Un buen nombre

Proverbios 22:1-16

De más estima es el buen nombre que las muchas riquezas, y la buena fama más que la plata y el oro.

Proverbios 22:1

El Pan Diario de hoy nos hace enfocarnos en la importancia de hacerse uno de un buen nombre. ¿Por qué es más importante hacerse de un buen nombre que las riquezas? A veces me hace pensar que Salomón decía esto con facilidad porque él era rico y famoso. ¿Qué más le daba a él decir esto? Pero ciertamente él no dice esto de una manera tan simplista. Cuando leemos Eclesiastés, entendemos que Salomón pensó en esto muy seriamente. Él comparte que experimentó riquezas, muchos placeres, y conocimiento del mundo. Pero nada de esto pudo satisfacerle. Por esto, el tema de Eclesiastés es: “Vanidad de vanidades, todo es vanidad” (Ecl 1:2; 12:8). El libro abre y cierra con estas palabras. Así, Salomón supo bien que las riquezas no son importantes. Él entendió que lo importante es vivir delante de Dios.

¿Qué significa tener un buen nombre? El nombre con el que somos llamados nos es dado por los padres. Por un lado, los padres deben ser sabios en poner el nombre a sus hijos. No lo deberían hacer solamente por capricho o por diversión. En México, por lo menos, hubo un tiempo en que varias personas pidieron cambio de nombre porque sus padres no les dieron un nombre apropiado. Hubo padres que llamaron a sus hijas “Barbie”. A los hijos les llamaron “Batman” o “Wolverine”. Casos ridículos como “Bruswain”, una transliteración del nombre de la identidad pública de Batman, Bruce Wayne. Otro caso interesante, pero que da lástima por el niño, fue un caso en que unos padres pusieron un nombre ridículamente largo a su hijo. No recuerdo todos los detalles de este caso (lo pueden buscar en Internet quien tenga curiosidad). El caso fue que el gobierno de Noruega no les permitió poner ese nombre bajo una ley de protección a los niños. Entonces los padres le pusieron un nombre ridículamente corto, lo cual también fue rechazado. No es mi intención opinar aquí si estoy o no de acuerdo con lo que hizo el gobierno de Noruega. Lo que sí quiero mencionar es que los padres deben pensar bien por qué quieren nombrar a su hijo. Deberían hacerlo con una visión hacia el futuro, y con el mejor deseo para el desarrollo personal de su hijo como persona para este mundo.

Pero Salomón no está hablando del nombre que los padres nos ponen. El “nombre” que Salmón se refiere aquí es la fama. Cuando uno dice Leo Messi, Cristiano Ronaldo, Pelé, Maradona, uno inmediatamente piensa en los mejores futbolistas de la historia. Y no es el nombre de Messi, y compañía, que signifique esto; sino que lo que han hecho a lo largo de sus vidas lo que hace ligar su nombre con el concepto. Salomón nos llama a que vivamos de una manera ejemplar para que ganemos un buen nombre. No sirve de nada tener muchas riquezas si somos conocidos como gente malvada. La Biblia nos cuenta sobre Zaqueo. Él era un hombre extremadamente rico. Sin embargo, no pudo vivir una vida feliz. Todo el pueblo lo odiaba, al grado de que el día que quiso ir a ver y escuchar a Jesús, nadie le abrió paso. La gente estaba disgustada de los abusos de Zaqueo, así que ellos también abusaron de él cuando se presentó la oportunidad. Más, cuando Zaqueo recibió a Jesús en su casa, cambió su perspectiva. Estuvo dispuesto a regresar cuadruplicado a quienes defraudó. Esto lo llevaría seguramente a una situación económica precaria. Tal vez no al grado de quedar en la calle, pero no habría duda de que no podría disfrutar de los lujos que había gozado hasta entonces. Zaqueo sabía esto cuando lo dijo. Él era malo en muchos sentidos, pero no cuando se trataba de calcular dinero. Aun así, Zaqueo estuvo dispuesto a perder su material porque descubrió que no valía nada si no tenía una buena relación con Dios y con los demás. Él aprendió a estimar el buen nombre sobre las muchas riquezas.

En nuestro tiempo la gente se equivoca mucho. Piensan que tener muchas riquezas los llevará a tener un buen nombre; pero no es así. En México, según encuestas que se han realizado, muchos chicos de secundaria sueñan con poder ser sicarios. Ellos ven que los narcotraficantes tienen mucho dinero, y no necesitan esforzarse en estudiar en la escuela. Por el contrario, ven a muchos profesionistas que apenas ganan lo suficiente para mantenerse ellos solos. Por lo tanto, sin importar la buena o mala fama de la profesión, los chicos de secundaria aprecian más las riquezas. Vivimos en un mundo materialista, por lo que el dinero es el ídolo de los hombres.

Pero los que viven delante de Dios estiman más el buen nombre. Viven una vida sacrificada. Su deseo es glorificar a Dios y servir a las personas. Martyn Lloyd-Jones fue un médico que se volvió pastor. Él pudo haber vivido una vida lucrativa con el salario de médico, y vivir con el reconocimiento de los hombres por su profesión. Pero él comprendió que más allá de la riqueza material, era más importante la riqueza celestial. Y más que la sanación física, la sanación espiritual era más urgente. Por lo tanto, dejó la profesión de médico para ser pastor del rebaño del Señor. Muchos misioneros y pastores pudieron tener gran oportunidad de cumplir sus sueños terrenales, pero lo dejaron todo para servir la obra de Dios. A los ojos de los hombres, muchos de ellos parece que sus vidas son un desperdicio. Pero ciertamente son preciosos ante los ojos de Dios. Y todos aquellos que han tenido la bendición de conocer a Dios a través de esos siervos, aprecian sus vidas y su sacrificio. Ellos estimaron más tener un buen nombre que gozar de las riquezas del mundo.

Señor, ayúdeme a estimar más el buen nombre que las riquezas. Soy muy fácilmente vencido por la envida al ver cómo otros prosperan, pero parece que yo estoy estancado. Y me frustro al ver cómo se me escapan de las manos varias oportunidades por preferir terminar primero con el trabajo que usted me ha llamado a hacer. Le pido que me ayude a recordar que ningún sacrificio es en vano en usted, y que puedo depender en usted para cuestiones sobre mi futuro. Ayúdeme a concentrarme en lo que me ha llamado a hacer, sin distraerme con deseos mundanales. Así, puedo yo darle gloria a usted a través de ganar un buen nombre como siervo fiel de su evangelio.

Una palabra: Estima el buen nombre sobre las riquezas.

Busca la rectitud y el amor

Busca la rectitud y el amor

Proverbios 21:20-31

El que sigue la justicia y la misericordia hallará la vida, la justicia y la honra.

Proverbio 21:21

La palabra de hoy nos llama a seguir la justicia y la misericordia. Estas dos son atributos de Dios que se reflejan en nosotros, pues fuimos hechos a su imagen. Por lo tanto, podemos entender que seguir la justicia y la misericordia son parte del propósito de nuestras vidas.

La justicia (צְדָקָה) es un término legal. No se refiere a una justicia moral de las personas, sino que se usa en el contexto de un rey o un juez que imparte justicia. Por lo tanto, en este contexto, la justicia se refiere a cumplir con la ley de Dios. Entonces ¿qué significado tiene para nosotros? Ciertamente en el tiempo de Salomón, y todo el Antiguo Testamento, tenía gran significado. Los judíos vivían bajo la ley de Dios, el antiguo pacto. Sin embargo, nosotros somos partícipes del nuevo pacto. ¿Significa que esta exhortación es obsoleta para nosotros? De ninguna manera. Si bien, nosotros no vivimos bajo la ley del antiguo pacto, no quiere decir que vivimos sin ninguna ley. La Biblia no nos enseña a que vivamos en anarquía. Aunque no vivimos atados a las leyes antiguas, la ley del Antiguo Testamento nos enseña los principios que Dios busca en su pueblo. Si nosotros somos pueblo de Dios, entonces debemos seguir los principios de la ley de Dios. Aunque no ofrecemos sacrificios de animales cada mañana, ofrecemos a Dios nuestro tiempo de devoción a través del Pan Diario y la lectura de la Biblia. No seguimos la ley de ofrecer animales por nuestros pecados, pero oramos para reconocer nuestros pecados, arrepentirnos, recibir perdón, y tener comunión con nuestro Padre celestial. Así, debemos comprender el principio de cada una de las leyes de Dios y vivir conforme a este deseo de Dios quien dio la ley.

La misericordia (חֶ֫סֶד) proviene del hebreo “hesed”. Y esta es una de esas palabras difíciles de traducir porque su connotación es vasta. Hesed se refiere a un amor fiel y santo. Por eso NVI traduce esta palabra en este pasaje como “amor” (y por eso el título del Pan Diario de hoy es “rectitud y amor”, siguiendo NVI, y no “justicia y misericordia” como dice en RVR1960), mientras que LBLA lo interpreta como “lealtad”. Interesantemente, la RVA2015 (Reina-Valera Actualizada 2015) lo traduce como “bondad”. Ninguna de estas traducciones es mejor que la otra, porque hesed abarca todos significados. Más bien, nos enseña a entender mejor lo profundo que es el hebreo cuando usa hesed. Vivir siguiendo esta clase de misericordia nos enseña a que debemos imitar el amor de Dios en nuestras vidas. Debemos de cuidar y preocuparnos de nuestros hermanos en Cristo. Debemos ser serviciales hacia los demás. Nosotros debemos tomar la iniciativa de perdonar a otros y buscar la reconciliación. Entre otras características que Dios nos muestra en su misericordia hacia nosotros.

Dios, en su justicia y su misericordia, nos envió a nuestro Señor Jesucristo para que sea el camino de nuestra salvación y reconciliación con Dios. La cruz de nuestro Señor es expiación de pecados y propiciación para con Dios. Cuando conocemos esta justicia y misericordia de Dios, ¿no se llena nuestro interior de gozo y agradecimiento? ¿No brota de nosotros el deseo de alabar a Dios? ¿No surge en nosotros el deseo de que otros también conozcan de Dios?

Así, Salomón nos enseña que quienes viven siguiendo la justicia y la misericordia de Dios tienen la victoria final en esta vida. Los impíos, insolentes, codiciosos, perezosos, mentirosos se dirigen hacia la destrucción. Son como soldados que alistan sus caballos para el día de batalla, porque por un tiempo pareciera que prosperan en este mundo y están listos para cualquier adversidad que venga. Por eso muchos buscan enriquecerse, y lo hacen a través de engañar, sobornar, y pisotear, de acuerdo con su interés personal. Sin embargo, Salomón reconoce que la victoria está en manos de Jehová. Dios es quien tiene la última palabra. Por lo tanto, como Dios es justo y misericordioso, dará vida, justicia, y honra a quienes viven conforme a la justicia y la misericordia de Dios.

El Pan Diario de hoy señala que hay varios objetivos en la vida, como una buena educación, el honor, el dinero, cuidar de la familia, la popularidad, entre otros. Estas cosas no son necesariamente malas, sino que, desde la perspectiva correcta, son parte del desarrollo humano como mayordomos que somos de la creación de Dios. Sin embargo, como el Pan Diario lo menciona, no pueden, y no deben, ser el propósito de nuestras vidas. Nosotros fuimos creados a imagen de Dios. Por lo tanto, el propósito de nuestras vidas es vivir una vida santa glorificando a Dios.

Esta palabra me hace reflexionar sobre qué es lo que estoy haciendo en mi vida. Muchas veces me justifico diciendo que lo que hago es con un propósito piadoso. Estudiar el doctorado en teología no tiene mucha gloria en el mundo. Cuando uno dice que es doctor, refiriéndose a ser médico, las personas le respetan, y con todo mérito. Cuando uno dice que es doctor en alguna ciencia, como física o química, las personas le reconocen como una persona muy inteligente. Pero cuando uno dice que es doctor en teología, muchos tienen cara de que no entienden qué necesidad hay de estudiar hasta un doctorado. También, ser estudiante a mi edad tiene muchos retos. Es un tiempo en que debería ser productivo. Debería ganar mi dinero para sostener a mi familia, y si es posible, estar apoyando a mis padres. En cambio, sigo recibiendo ayuda económica, pues no recibo un salario por estudiar. Así, me justifico diciendo que lo que hago es algo que el mundo no comprende, pero Dios es mi consolador. Sin embargo, ¿es solamente mi justificación o lo hago con sinceridad de mi corazón? Esto es algo en lo que constantemente medito y oro porque sea de la sinceridad de mi corazón. Que estudie, no por vanagloria propia, sino precisamente para poder seguir el camino de la justicia y la misericordia de Dios, y pueda guiar a otros a seguir la justicia y la misericordia. Y que, de esta manera, podamos gozar la vida verdadera que hay en Dios.

Señor, cuide mi corazón para no ser engañado por el mundo. Ayúdeme a no ser orgulloso, ni mentiroso, ni codicioso, sino que viva rectamente delante de usted. Le pido que me bendiga para que mis estudios puedan ser para gloria de su nombre, para edificación de mis hermanos en Cristo, y para alcanzar a almas que no le conocen.

Una palabra: Sigue la justicia y la misericordia.

Palabras y obras

Proverbios 12:1-14

El hombre será saciado de bien del fruto de su boca; Y le será pagado según la obra de sus manos.

Proverbs 12:14

En esta palabra, Salomón llama a que uno sea sabio con el uso de palabras y sus acciones. Confiamos en las personas que son congruentes entre lo que hablan y lo que hacen porque vemos que no tratan de engañar. Por supuesto que hay gente con problemas mentales que son congruentes entre lo que hablan y lo que hacen para cosas malvadas. Aún así, sabemos que podemos confiar en sus palabras y nos alejamos de esa clase de gente. Pero, en general, las personas que son congruentes en palabras y obras son personas en quienes sabemos que podemos depender. Salomón dice que esta clase de gente será bendita.

Cuando estudié mi maestría en negocios, hicimos un ejercicio de negociación. Nos dividimos en dos equipos y el propósito era planear y negociar con el otro equipo alguna manera de que nuestras dos supuestas empresas pudieran sobrevivir. Mi equipo me eligió representante de nuestra empresa. Después de media hora (era solamente un ejercicio en el salón) de planeación y pláticas con el otro equipo, presentamos qué acciones tomaríamos. Nosotros decidimos actuar de acuerdo lo negociado, que tal vez no era lo más benéfico para nuestra empresa, pero las dos empresas podríamos repartirnos las ganancias. El otro equipo nos traicionó. Fue una gran sorpresa y no supe qué decir. El otro equipo decidió tomar una acción que era totalmente para perjuicio de nuestra empresa y se llevarían todas las ganancias para ellos. Por supuesto, nadie guardamos rencor después del ejercicio. Todos nos llevábamos muy bien y entendimos que era simplemente un ejercicio. Sin embargo, eso pasa todo el tiempo en el mundo. No digo que todos engañen, pero es común ver que las personas se engañan unas a otras. Y no solamente en el mundo de los negocios, sino también entre individuos.

Nosotros, como cristianos, somos llamados más que nadie a vivir una vida congruente entre nuestras palabras y nuestras obras. Si la congruencia es apreciada como una virtud entre los incrédulos, ésta debe ser mucho más apreciada entre nosotros que amamos a Dios. Esto es porque Dios es congruente, y siendo nosotros creados a su imagen, debemos también ser congruentes.

Dios es congruente en que él no puede negarse a sí mismo. El que Dios no pueda negarse a sí mismo significa que él es siempre congruente entre quién es él, y lo que dice y hace. Como Dios es santo, todas palabras y acciones son santas. Dios es justo, por lo tanto, condena y castiga el pecado. Pero también Dios es misericordioso, por lo que nos dio su palabra y abrió el camino de salvación mediante nuestro Señor Jesucristo.

Nuestro Señor nos enseño a que no juremos, sino que solamente digamos “si” o “no”. Esto quiere decir que nuestras palabras y nuestras acciones deben ser congruentes al grado de que no sea necesario jurar. Meditando en esta congruencia, Santiago también enseñó a la iglesia a que seamos congruentes entre lo que decimos y hacemos. Él regañó a los que se jactaban por confesar su fe por la boca, pero sus obras no mostraban su vida de fe. Santiago enseña que, si uno dice tener fe, su vida debe manifestar esa fe. Esto no quiere decir que seamos salvos por obras. Pero es cierto que el que vive por la fe, su vida es cambiada por completo. Aunque no confiese su fe con palabras, las personas pueden ver esa diferencia.

Debemos orar para vivir una vida congruente entre nuestras palabas y nuestras obras. Santiago también enseñó que es muy difícil domar la lengua, pero quien puede controlar la lengua puede también controlar el resto de su cuerpo. Aunque la lengua es un músculo muy pequeño, como dice Santiago, por ella alabamos a Dios y maldecimos a los hombres. Los hombres han aprendido a domar a la creación, pero no pueden domar su lengua. No debemos vivir una doble vida donde la boca confiesa una cosa y nuestro hace otras cosas. Por eso, debemos orar para que Dios nos de fuerza para controlar nuestra lengua y nuestro cuerpo. Así, a través de nuestra lengua y nuestro cuerpo debemos glorificar a Dios y edificar a las personas. Nuestras palabras y nuestras acciones deben mostrar nuestra fe a los hombres del mundo. Dios bendice a aquellos que son congruentes en palabras y obras y caminan por el camino de la sabiduría.

Señor, ayúdeme a vivir delante de usted hablando y obrando congruentemente. Ayúdeme, Señor, a que en todo pueda glorificarle a usted, y a que yo sea usado como instrumento suyo para edificar a otros. Fortalézcame en mi debilidad, y ayúdeme a serle fiel.

Una palabra: Se congruente en palabras y obras.