Palabras y obras

Proverbios 12:1-14

El hombre será saciado de bien del fruto de su boca; Y le será pagado según la obra de sus manos.

Proverbs 12:14

En esta palabra, Salomón llama a que uno sea sabio con el uso de palabras y sus acciones. Confiamos en las personas que son congruentes entre lo que hablan y lo que hacen porque vemos que no tratan de engañar. Por supuesto que hay gente con problemas mentales que son congruentes entre lo que hablan y lo que hacen para cosas malvadas. Aún así, sabemos que podemos confiar en sus palabras y nos alejamos de esa clase de gente. Pero, en general, las personas que son congruentes en palabras y obras son personas en quienes sabemos que podemos depender. Salomón dice que esta clase de gente será bendita.

Cuando estudié mi maestría en negocios, hicimos un ejercicio de negociación. Nos dividimos en dos equipos y el propósito era planear y negociar con el otro equipo alguna manera de que nuestras dos supuestas empresas pudieran sobrevivir. Mi equipo me eligió representante de nuestra empresa. Después de media hora (era solamente un ejercicio en el salón) de planeación y pláticas con el otro equipo, presentamos qué acciones tomaríamos. Nosotros decidimos actuar de acuerdo lo negociado, que tal vez no era lo más benéfico para nuestra empresa, pero las dos empresas podríamos repartirnos las ganancias. El otro equipo nos traicionó. Fue una gran sorpresa y no supe qué decir. El otro equipo decidió tomar una acción que era totalmente para perjuicio de nuestra empresa y se llevarían todas las ganancias para ellos. Por supuesto, nadie guardamos rencor después del ejercicio. Todos nos llevábamos muy bien y entendimos que era simplemente un ejercicio. Sin embargo, eso pasa todo el tiempo en el mundo. No digo que todos engañen, pero es común ver que las personas se engañan unas a otras. Y no solamente en el mundo de los negocios, sino también entre individuos.

Nosotros, como cristianos, somos llamados más que nadie a vivir una vida congruente entre nuestras palabras y nuestras obras. Si la congruencia es apreciada como una virtud entre los incrédulos, ésta debe ser mucho más apreciada entre nosotros que amamos a Dios. Esto es porque Dios es congruente, y siendo nosotros creados a su imagen, debemos también ser congruentes.

Dios es congruente en que él no puede negarse a sí mismo. El que Dios no pueda negarse a sí mismo significa que él es siempre congruente entre quién es él, y lo que dice y hace. Como Dios es santo, todas palabras y acciones son santas. Dios es justo, por lo tanto, condena y castiga el pecado. Pero también Dios es misericordioso, por lo que nos dio su palabra y abrió el camino de salvación mediante nuestro Señor Jesucristo.

Nuestro Señor nos enseño a que no juremos, sino que solamente digamos “si” o “no”. Esto quiere decir que nuestras palabras y nuestras acciones deben ser congruentes al grado de que no sea necesario jurar. Meditando en esta congruencia, Santiago también enseñó a la iglesia a que seamos congruentes entre lo que decimos y hacemos. Él regañó a los que se jactaban por confesar su fe por la boca, pero sus obras no mostraban su vida de fe. Santiago enseña que, si uno dice tener fe, su vida debe manifestar esa fe. Esto no quiere decir que seamos salvos por obras. Pero es cierto que el que vive por la fe, su vida es cambiada por completo. Aunque no confiese su fe con palabras, las personas pueden ver esa diferencia.

Debemos orar para vivir una vida congruente entre nuestras palabas y nuestras obras. Santiago también enseñó que es muy difícil domar la lengua, pero quien puede controlar la lengua puede también controlar el resto de su cuerpo. Aunque la lengua es un músculo muy pequeño, como dice Santiago, por ella alabamos a Dios y maldecimos a los hombres. Los hombres han aprendido a domar a la creación, pero no pueden domar su lengua. No debemos vivir una doble vida donde la boca confiesa una cosa y nuestro hace otras cosas. Por eso, debemos orar para que Dios nos de fuerza para controlar nuestra lengua y nuestro cuerpo. Así, a través de nuestra lengua y nuestro cuerpo debemos glorificar a Dios y edificar a las personas. Nuestras palabras y nuestras acciones deben mostrar nuestra fe a los hombres del mundo. Dios bendice a aquellos que son congruentes en palabras y obras y caminan por el camino de la sabiduría.

Señor, ayúdeme a vivir delante de usted hablando y obrando congruentemente. Ayúdeme, Señor, a que en todo pueda glorificarle a usted, y a que yo sea usado como instrumento suyo para edificar a otros. Fortalézcame en mi debilidad, y ayúdeme a serle fiel.

Una palabra: Se congruente en palabras y obras.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *