“Why Motivating People Doesn’t Work… and What Does” (an opinion)

Just finished reading this book by Susan Fowler. The title was interesting and look at the subtitle: “More breakthroughs for leading, energizing, and engaging.” Therefore, I decided to see what the author has to say. However, I was disappointed.

Fowler’s point is that people have already a motivation to work. The work of the leader is to help them understand what motivates them. She is against the idea of incentive through reward system because it is not sustainable. Once the rush for the incentive is gone, people return to their common habits. Therefore, it is better for a leader to make people feel that they have a choice, that they are cared for, and they are effective and are flourishing, then people will naturally do their jobs.

Fowler gives some good insights. She gives examples of people who do not want economic incentives, or not need them. Rather, their motivation comes from having more time to spend with family, for example. In this way, the author’s advice is to dig dipper in people’s self-realization.

Another helpful comment was to point out that the purpose of a company is not to make money. Making money should be part of what a company does, but it is like eating and breathing for a person; the purpose of life of a person is not eating and breathing. The purpose of a company, then, should be to serve others.

I agree with her positive thoughts. However, they are not necessarily innovative. I felt kind of deceived by the title of the book. At the end, what Fowler is saying is that old style motivation, through incentives, is not effective. What works is to motivate people to follow their motivation. Therefore, motivation works, just the right kind of motivation.

Now, a breakthrough for leading, energizing, and engaging? The church has been teaching these things like forever. The Bible teaches us that humans were created with a purpose. Only when we can fulfill our purpose of life, we can be truly happy. The first question of the Westminster Catechism asks, “What is the chief end of man?” and the answer is, “Man’s chief end is to glorify God, and to enjoy Him forever.” When a person has a restored relationship with God, then she can know her true purpose of life, to glorify God and to enjoy him forever.

How is glorifying God and seeking to enjoy him forever the true source of motivation for humans? Paul said, “Whatever you do, work heartily, as for the Lord and not for men, knowing that from the Lord you will receive the inheritance as your reward. You are serving the Lord Christ” (Col 3:23). When we glorify God and seek to enjoy him forever, we know that we are doing all things for God’s glory, not for men. Then, we will do all things the best we can.

For the ungodly, probably the fact that discovering their purpose of life is a motivation fuel is a breakthrough. In this point, I must acknowledge that it is in part the church’s fault. It is the church fault not to be more carrying in preaching the gospel and teaching good doctrine.

Would I recommend this book? Maybe, but probably not. I would recommend reading the Bible and going to church. Discover what God has planned for your life, and you will live a happy, flourishing, fulfilled life, which will fuel your motivation to do your best in everything you need to do. Otherwise, keep being amazed by discovering what the church already has been teaching for millennia what the Bible says about God and us, human beings.

“Yo soy la luz del mundo”[1]

Juan 8:12-30

Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.

Juan 8:12

Este el segundo de los siete “yo soy” en el evangelio de Juan. El primero fue: “Yo soy el pan de vida” (6:35), que se estudió anteriormente. Sin duda alguna, las declaraciones “yo soy” del Señor son sumamente importantes. Esta declaración nos enseña sobre la característica de Jesús. Él es nuestra luz.

Cuando abrimos la Biblia, lo primero que leemos es que Dios creó todo el universo. En esta creación, lo primero que Dios hizo fue la luz (Gen 1:3). Cuando estudiamos Génesis mencionamos la relevancia del hecho de que la luz sea lo primero que Dios creó. El carácter de Dios como luz nos enseña que en él podemos encontrar la verdad y la vida. Por eso Juan también escribió sobre el Verbo, quien es Dios: “En él estaba la vida y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella. … Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo” (1:4-5, 9). Juan, entendiendo que Jesús es Dios mismo, relacionó el carácter de Dios con Jesús. Pero esto no lo hizo solamente por inspiración divina (aunque ciertamente tuvo inspiración divina a través del Espíritu Santo). Jesús mismo hizo esta declaración.

Juan continúa en su introducción a su evangelio: “En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron” (1:10-11). A través de los evangelios podemos ver cómo los hombres despreciaron a Jesús. El pasaje de hoy es uno de esos ejemplos. Los judíos escucharon a Jesús, pero no le creyeron. Le dijeron que mentía porque él testificaba de sí mismo solamente. Cuando Jesús les habla acerca del Padre, ellos le cuestionaron sobre su Padre. Jesús les hizo ver que ellos no entendían nada de lo que Jesús les estaba hablando porque le estaban desechando. Jesús les dijo: “si a mí me conocieseis, también a mi Padre conoceríais” (19).

El mundo no conoce a Dios porque el mundo no conoce a Jesús. Antes de la ilustración, el mundo occidental daba por un hecho la existencia de Dios y la autoridad de su palabra. No solamente la iglesia. Aún científicos como Galileo Galilei creyeron en la existencia de Dios y la autoridad de la Escritura. Galileo entendió que la ciencia era un instrumento comprender mejor la creación de Dios.

Pero en la ilustración, los filósofos comenzaron a abandonar el principio del conocimiento a través de Dios. Cambiaron el centro del conocimiento de Dios a la razón. René Descartes, tratando de explicar la existencia de Dios, comenzó por un punto que pensó que todas las personas estarían de acuerdo. Por eso, decidió comenzó por cómo conocer su propia existencia, y dijo: “Cogito ergo sum”, “Pienso, por lo tanto, existo”. Descartes no se imaginó que su pequeña desviación de Dios como el centro del conocimiento humano hacia la razón causaría toda una revolución. Muchos años después Emanuel Kant, partiendo de lo que Descartes comenzó, quiso nuevamente defender la existencia de Dios. Él dijo que había conocimientos básicos que todos los humanos conocen (a priori) y otros que se aprenden a través del tiempo (a posteriori). El problema con Kant es que, siguiendo a Descartes, partió de la razón. Y todavía más, él supuso que las categorías en la mente de los seres humanos eran todas iguales. Por lo tanto, Kant asumió que todos tenían a Dios en la categoría de conocimientos a priori, y luego se fortalecía el entendimiento de quién es Dios a través de la experiencia (a posteriori). ¡Pero, oh sorpresa! Las personas tenían diferentes categorías en sus mentes. Concluyeron que, como Descartes, el conocimiento se consigue a través de la razón. Pero, contrario a la suposición de Kant, Dios no pertenece a los conocimientos a priori. Por lo tanto, rechazaron que es alguien que se puede conocer. El mundo “moderno” no rechazó la búsqueda de la verdad objetiva. Pero ésta verdad no provenía de Dios, sino de la razón.

Sin embargo, más adelante, entrando al siglo XX, los hombres comenzaron a cuestionar si es posible que la razón lo explique todo. Filósofos, como Federico Nietzsche, concluyeron que la filosofía es una construcción humana. Lo que es verdad para uno puede ser o no verdad para otro. Nietzsche dijo: “Dios ha muerto”, con la intención de dar lugar al superhombre (Übermensch). Éste Übermensch es uno que no cree en los mitos, sino que es fuerte porque cree en sí mismo. Pero ¿qué es creer en sí mismo? Es aquel que cree dependiendo exclusivamente en lo que él ha vivido y experimentado. Por lo tanto, todo aquello que fuera de su experiencia, puede ser considerado falso. Siguiendo este proceso de pensamiento, Jaques Derrida dio lugar a lo que se conoce como “deconstruccionismo”. El deconstruccionismo establece que el significado lo da el individuo. La intención del autor pasa a un segundo plano. Esta corriente se le conoce como el “postmodernismo”. Bajo los principios postmodernistas, una verdad objetiva no es posible. Si la verdad está basada en la experiencia del individuo, significa que existe la posibilidad de varias verdades. Pero ¿cómo explicar cuando una “verdad” contradice otra “verdad”? Lo único que se puede decir es, como decía el filósofo serbio, Bora Milutinovic, en su paso por México: “Yo respeto”.[2]

Pero, para aquellos que creen en el Señor, “a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (1:12). Nosotros que hemos recibido la bendición de conocer al Señor, también podemos conocer a Dios. Conocer a Dios cambia la vida del hombre. Da sentido a la vida, y da propósito a la vida. Es, como dijo el Señor, salir de las tinieblas de este mundo, a una vida llena de luz.

¿Por qué el mundo es tinieblas? Porque sin una verdad objetiva, cada uno hace lo que bien le parece (Jue 21:25). Y en el camino de hacer cada uno lo que bien le parece, la sociedad se desmorona. La moralidad no es más que una palabra. Si es, como dice el postmodernismo, una construcción humana, lo que a uno le parece inmoral, a otro le parece moral, y está bien. No. No es que esté bien. Debe de estar bien, y quienes no aceptan esa diversidad de pensamiento, están mal. Y así, entendemos cómo nuestra sociedad está caída con tantos problemas de corrupción, violaciones a derechos humanos, y los movimientos “progresistas liberales” que destruyen las definiciones objetivas sobre el ser humano, principalmente la definición de qué es un hombre y una mujer, y qué es el matrimonio.

Nosotros, los que conocemos al Señor, debemos emprender una campaña valiente para ir en contra de este mundo. Debemos establecer la verdad de Dios y de su palabra. Pero esto no se puede lograr más que predicando el evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Solamente a través de conocer al Señor podemos conocer a nuestro Padre Celestial.

Señor, permítanos conocerle más y más. Denos el deseo de meditar en su palabra y vivir una vida de oración para que, primeramente, nosotros podamos tener una relación profunda con usted; y que, a través de esto, podamos invitar a otros a conocerle. Ayúdenos a que salgamos de la oscuridad del mundo, y úsenos para difundir la luz de nuestro Señor Jesucristo en este mundo. Así, que todos sus escogidos podamos congregarnos y alabar su nombre con un solo corazón y espíritu.

Una palabra: Jesús es la luz del mundo.


[1] Nuestro Pan Diario tiene el título “Soy la luz del mundo”, pero, siendo que está entrecomillado, quería decir lo que el texto bíblico dice.

[2] Bora Milutinovic no era filósofo. Fue el director técnico de la Selección Mexicana de Fútbol. Su frase se hizo célebre en México, y la usaba para trazar una línea sin entrar en discusiones.

Tú tienes las palabras de la vida eterna

Juan 6:60-71

Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.

Juan 6:68

¿Por qué sigo a Jesús? Esta es una pregunta que me hacía cuando era yo más chico. ¿Hay alguna conveniencia evidente en seguir a Jesús? Aunque hubo un tiempo en que me cuestionaba la razón de la vida cristiana, doy gracias a Dios que me ayudó a conocer que solamente en él hay vida.

En el Pan Diario anterior, la multitud quiso hacer a Jesús rey porque les había alimentado con pan y pescado hasta saciarse. Jesús entendió esto. Era claro que no tenían la intención de hacerle rey porque le hubieran reconocido como el Mesías. La multitud reaccionó carnalmente. A esto, Jesús les rechazó, y más bien les invitó a buscaran el pan verdadero; esto es, comer su carne y beber de su sangre.

Pero, un momento. ¿Qué está diciendo Jesús? ¿A qué se refiere con esto? Jesús les explicó que el pan material sacia un poco el hambre, pero finalmente muere; así como los israelitas que salieron de Egipto comieron el maná que descendió del cielo, pero finalmente murieron. Jesús les dice que, al contrario del pan material, quien come de su carne y bebe de su sangre tendrá vida eterna.

Pero ¿qué es eso que Jesús está diciendo? Evidentemente había un rechazo de parte de la multitud y de algunos de sus discípulos. Ellos dijeron: “Dura es esta palabra; ¿quién la pude oír?” (60). Aquí, “dura” se refiere a algo áspero o desagradable de escuchar y aceptar.[1] De esta manera, D. A. Carson menciona cuatro posibles razones por las que las palabras de Jesús les parecieron duras: 1) estaban más interesados en la comida física y los milagros visibles que en cuestiones mesiánicas y las realidades espirituales; 2) no estaban preparados para tomar una decisión de fe genuina porque ni siquiera querían renunciar a su propia autoridad; 3) se sintieron ofendidos de Jesús se proclamara como mayor a Moisés; y 4) se ofendieron pensando que Jesús les estaba enseñando canibalismo al decir que comieran su carne y su sangre.[2] Cualquiera que haya sido la razón, Jesús les advierte que solamente a través de él podrán ir al Padre.

Jesús es el único camino al Padre. En él hay vida. Juan comienza su evangelio declarando que Jesús, el Verbo encarnado, es Dios mismo (1:1-3), y que “[E]n él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres” (1:4). Pero también dijo: “Ninguno puede venir a mí, sino le fuere dado por el Padre” (65). Solamente en Jesús hay vida, pero el acercarnos a él no es algo que podemos hacer por nuestra propia capacidad. No es por nuestra voluntad ni por nuestra fuerza. Es solamente de acuerdo con la voluntad del Padre. Esto es, solamente aquellos que están predestinados a la salvación pueden acercarse a Jesús, y así ser adoptados y reconocidos como hijos de Dios. Me pregunto cómo interpretarán los que simpatizan con el arminianismo en la cuestión de la predestinación.[3] Pero, creo que es claro que estas palabras de Jesús muestran que la salvación es solamente para aquellos que Dios ha elegido de antemano.

La multitud y muchos de los discípulos no pudieron aceptar estas palabras de Jesús, y se fueron. Pero, contrario a éstos, los doce se quedaron con Jesús. Jesús les preguntó a los doce si ellos también le dejarían. Aunque Pedro es quien habló, sus palabras representaban el sentir y el pensar del resto del grupo. Pedro le dijo a Jesús: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna” (68). Pedro reconoció primeramente que Jesús es Dios. Moisés enseñó que Dios hizo afligió a los israelitas en el desierto para que aprendieran que “no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre” (Deut 8:3). Solamente si Jesús es Dios, Jesús tiene palabras de vida eterna. Así, Pedro entendió que no había ninguna parte en este mundo en donde él pudiera ir para recibir vida verdadera. No importaba la situación o la dificultad, Pedro entendió que solamente hay vida en Jesús.

Nuestro Pan Diario hace unas excelentes preguntas: “Cuáles es mi motivo y base para seguir a Cristo? ¿Es por los sueños terrenales, el éxito, la ambición oculta, o es por las palabras de vida eterna?” Cuando yo me hice estos cuestionamientos cuando era más chico, sabía que el seguir a Jesús no daría necesariamente éxito o cumpliría mis sueños terrenales. Sabía Dios conoce los deseos de mi corazón, pero eso no significaba que necesariamente se cumplirían mis sueños terrenales. Al contrario; al leer la Biblia, siempre parecía que había que dejar mis sueños terrenales y mis deseos de éxito si quería seguir a Jesús.

Por ejemplo, viendo la vida de mis papás, inmigrantes coreanos a México a principios de los 80, era una cosa muy difícil de ver. Mis papás llegaron a México sin saber español, y sin un peso en el bolsillo. En aquella época no existía el Internet, por lo que era muy difícil de saber qué era lo que les deparaba en México. Siendo solamente un niño, no sufrí por falta de nada. Al contrario, creo que mis padres se esforzaron mucho para que mi hermana y yo no sintiéramos que nos hacía falta nada. Por supuesto que uno puede desear lujos, especialmente al ver cómo viven otros. Pero también veía que nosotros teníamos cosas que otros no tenían. Aún así, siempre me pregunté si no habríamos tenido un mejor estilo de vida si mis papás hubieran decidido quedarse en Corea. Mi papá trabajaba en una farmacéutica importante en aquella época. Pensaba que, tal vez, mi papá podría tener una mejor posición en la empresa y vivir bien.

Un día platiqué de esto con mi papá. Su respuesta me sorprendió. Me dijo que haberse ido a México fue la mejor decisión de su vida. Si bien, sufrió un tiempo, pudo tener una vida mejor de la que esperaba. Siendo empresario, podía dedicarse a hacer lo que él quería hacer, y no estar atado a un horario de oficina. Por supuesto que había retos y dificultades, pero él lo veía siempre como una aventura, no un peso. Me expresó que él sentía que aquellos que trabajaban por un salario en oficinas tenían una vida miserable. Pero nada de esto habría sido posible si no fuera porque él escuchó y aceptó el llamamiento de Dios a ser misionero para México. Por lo tanto, la mejor decisión de su vida fue haber escuchado el llamamiento de Jesús.

Sé que hay diferentes experiencias. Humanamente hablando, la vida de mis papás parece una vida exitosa al final. Por otro lado, hay misioneros que viven apretándose el cinturón, y otros que viven al filo de la navaja por causa de las persecuciones. Sin embargo, cualquiera de estos misioneros y pastores dirán también que es la mejor vida para ellos. Al final, lo que sucede en este mundo no es lo importante. Lo importante es la preparación para la vida eterna. Lo importante es escuchar el llamado del Señor y obedecerle. En él esta la vida. Él tiene palabras de vida eterna.

Señor, ayúdeme a no dejarme llevar por el mundo. Ciertamente hay muchas tentaciones, y parece que hay maneras para poder lograr el éxito y los sueños terrenales si solamente uno deja de servir la obra y se dedica a perseguir esas metas. Sin embargo, el éxito del mundo y los sueños terrenales no lleva a nadie a la vida eterna. Alejados de usted es la muerte, pues solamente hay vida en usted. Ayúdeme, Señor, a continuar mi vida conforme al llamamiento que me ha hecho. Ayúdeme, Señor, a ser obediente a su palabra y permanecer en usted. Señor, ¿a dónde iré? Solamente usted tiene palabras de vida eterna.

Una palabra: Permanece en el Señor; él tiene palabras de vida eterna.


[1] William Arndt et al., A Greek-English Lexicon of the New Testament and Other Early Christian Literature, 3rd ed. (Chicago, IL: University of Chicago Press, 2000), s.v. σκληρός.

[2] D. A. Carson, The Gospel According to John, The Pillar New Testament Commentary (Leicester, UK; Grand Rapids, MI: Inter-Varsity Press; W. B. Eerdmans, 1991), 300.

[3] Más adelante escribiré sobre la posición arminiana y calvinista sobre la predestinación en la sección de Ilocución Teológica.