Josué 24:1-13
Y os di la tierra por la cual nada trabajasteis, y las ciudades que no edificasteis, en las cuales moráis; y de las viñas y olivares que no plantasteis, coméis.
Josué 24:13
La palabra pasada fue una advertencia para el pueblo de Israel. Si ellos aman a Dios, recibirán bendición. De otra manera, serán castigados. Ahora, Dios les recuerda que Israel es el pueblo escogido por Dios. Dios les recuerda la gracia que han recibido.
Esta es una introducción de la conclusión al libro de Josué. Para llegar a la conclusión de esta historia, Dios les hace recordar al pueblo de Israel todas las cosas que él ha hecho por ellos. Así, comienza por Abraham. Por pura gracia, Dios eligió a Abraham. Fue solamente por gracia, porque aquí podemos ver que Abraham servía a dioses extraños, al igual que toda su familia. ¿No había en la tierra otros que creyeran en YHWH Elohim? Tenemos datos suficientes para decir que sí había quiénes creyeron en Jehová Dios. Podemos comenzar por Melquisedec (Gn 14). Cuando Abraham regresó de pelear con los tres reyes para rescatar a su sobrino Lot, Melquisedec es introducido en la historia. Génesis nos dice que Melquisedec era rey de Salem (¿tal vez Jerusalén?) y sacerdote del Dios Altísimo. Jetro, suegro de Moisés, es otro personaje que era sacerdote de Jehová (Ex 18:712). Job es difícil determinar con exactitud la época en el que vivió. Sin embargo, varios teólogos indican que posiblemente vivió alrededor del tiempo de Abraham. Esto es porque, en primer lugar, vemos que la riqueza de Job se basaba en la cantidad de ganado, no de dinero. Segundo, Job ofrecía sacrificios sin la necesidad de un sacerdote. Hay otros detalles más, pero probablemente estos dos sean los más importantes. Si bien es justo que se siga discutiendo el tiempo exacto de Job, asumamos que los eruditos de la materia tienen razón. Los ejemplos de Melquisedec, Jetro, y Job nos muestra que había personas en la tierra que alababan a YHWH Elohim. Seguramente que había más que estos tres personajes. ¿Por qué entonces Dios no eligió a alguno de estas personas, sino que eligió a Abraham? Solamente podemos concluir que fue por la gracia de Dios según su perfecta soberanía.
Después encontramos otro punto en el que podemos ver la elección de Dio por pura gracia y según su perfecta soberanía. Isaac tuvo dos hijos: Esaú y Jacob. Primero, Dios no eligió al primogénito. Segundo, Dios eligió a Jacob cuando se encontraba todavía en el vientre de su madre. Esto nos muestra que Jacob no tuvo ningún merecimiento para ser elegido por Dios. Y, todavía más, al ver la vida de Jacob no sería alguien que ninguna persona eligiera para ser líder. Pero tampoco fue que Dios le atinó al bueno. De hecho, ninguno de los dos fueron buenas personas. Sin embargo, Dios eligió a Jacob para que fuera el padre del pueblo de Israel.
Dios les hace recordar al pueblo de Israel que fue él quien había planeado que fueran a Egipto. Y Dios estableció a Moisés y a Aarón para sacarlos de allí. Dios les liberó de las manos de Faraón, y les guio para atravesar el desierto hasta llegar a la tierra prometida. Fue Dios quien destruyó a todos los enemigos de Israel. Finalmente, les ha dado la tierra de Canaán, la tierra donde fluye leche y miel. Y los israelitas debían de reconocer que recibieron una tierra buena para habitar por la cual no trabajaron. Edificar ciudades, y plantar viñas y olivares toma mucho tiempo. No es cuestión de días o meses, sino es un trabajo de muchos años. Dios les ahorró todos esos años de trabajo dándoles como heredad la tierra.
La gracia es un regalo de Dios. La gracia no es algo que uno merece. Lo que uno recibe por mérito se le llama salario. La gracia es un regalo inmerecido que uno recibe gratuitamente. Alrededor de nuestras vidas podemos ver la gracia abundante de Dios. Podemos comenzar por señalar nuestra vida misma. ¿Qué merecimiento tenemos de existir? Existimos porque Dios nos amó y nos creó a su imagen y semejanza. También, podemos ver la gracia de Dios en la creación. ¿Qué merecimiento tenemos de recibir un universo tan hermoso y perfecto como en el que vivimos? Ninguna. Solamente podemos agradecer a Dios por todo lo que nos ha provisto. Y a pesar de toda la gracia de Dios, desobedecimos a Dios. Vivimos en un mundo problemático, no por causa de algún defecto en Dios, sino que es por causa de nuestra desobediencia a Dios. La caída es producto del pecado de la humanidad. Y, sin embargo, Dios nos manifiesta su gracia maravillosa e inmensurable a través de haber enviado a su único Hijo, nuestro Señor Jesucristo, a morir en la cruz en nuestro lugar. ¿Qué merecimiento teníamos de que Dios hiciera el más grade sacrificio que se puede hacer? Dios Hijo, siendo en naturaleza Dios mismo, se humilló tomando para sí la naturaleza humana, y dio su vida misma al morir en la cruz. Dios Padre tuvo que ver a su Hijo sufrir y morir en la cruz. Dios Espíritu Santo sufrió al tener que abandonar a Cristo en la cruz. (Aquí debemos hacer el paréntesis de que no hubo una separación en la Trinidad pese al real abandono del Padre y del Espíritu Santo a la naturaleza humana del Hijo. Esto es un tema que merece su propia discusión por ser una doctrina compleja. Para fines de esta meditación, basta con lo que se ha mencionado.)
Señor, le doy muchas gracias por toda la gracia que he recibido. Gracias por la vida que me permite, por mi familia, por toda la creación que me permite disfrutar. Especialmente le doy gracias por la gracia del perdón de mis pecados. Muchas veces olvido todas lo que usted me ha dado y me enfoco en mis problemas y sobre las cosas que no tengo. Por eso, mi corazón y mi mente se llena de quejas, dudas, codicias, y envidias. No amo con un corazón sincero, ni tampoco obro con bondad. Señor, ayúdeme a recordar cada día de las bendiciones que usted me permite. Sí, debo lidiar con todas las dificultes que se presenta día a día. Pero Señor, ayúdeme a enfrentarlas dependiendo en su gracia y su amor, sabiendo que, si usted está conmigo, no hay nada que me pueda hacer daño. Y aún si me hacen daño, es porque hay una buena voluntad suya detrás de ello.
Una palabra: Recuerda la gracia de Dios cada día.