Velad y orad

Lucas 21:29-38

Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre.

Lucas 21:36

Una de las cosas que le gusta mucho a mi esposa es salir a los bosques y a las montañas a ver los árboles. En la primavera, ella aprecia cómo retoñan las nuevas hojas y las flores de ciertas clases de árboles. En el otoño, le gusta ver cómo cambian de color las hojas y pintan de varios colores las montañas y los bosques. Y aún cuando no tenemos tiempo de salir a ver esos paisajes, le gusta que simplemente paseemos por la ciudad, por ciertos lugares donde se puede apreciar ese cambio en los árboles indicando el cambio de estación.

Para finalizar esta sección sobre las señales del fin del mundo, Jesús usó el ejemplo de árboles que indican las estaciones del año. Hay personas como mi esposa que le gusta ver esos cambios de colores en los árboles. Hay personas como yo que, aunque lo aprecio, no es algo que salga intencionalmente a ver. Sin embargo, todos vemos cómo los árboles nos indican la estación del año. Jesús nos dice que estemos atentos a los eventos del mundo para que estemos preparados para lo que viene. Como lo he mencionado anteriormente, debemos vivir prestando mucha atención, con la tensión de que estamos viviendo el fin de los días. El Señor nos advierte que todas sus palabras serán cumplidas tal y como lo ha dicho. El cumplimiento de la caída de Jerusalén y el templo son un pequeño ejemplo de Jesús como profeta. Si la caída de la ciudad y el templo fueron cumplidas, también el resto de su profecía será cumplida.

¿Qué es lo que debemos estar haciendo? Pensemos, cuando somos advertidos sobre una fatalidad que vendrá, ¿qué es lo que debemos de hacer? Guadalajara es bendecido porque no hay fenómenos naturales que creen realmente un desastre. Hay ciertas zonas de la ciudad donde hay que tomar precauciones. Y las personas que viven en esas zonas saben lo que deben de hacer cuando vienen esas fuertes lluvias. Los desastres suceden a las personas que, sabiendo de las inundaciones en su zona, no se preparan. Viviendo en Estados Unidos me ha tocado experimentar algunos fenómenos naturales de mayor peligro que en Guadalajara. Cuando vivía en Massachusetts, viví en una zona llamada South Hamilton. Durante el otoño, cuando se avecinaban las tormentas, me tocaba ver cómo las aguas del Océano Atlántico subían de nivel y las olas azotaban ciertas regiones cercanas. Una vez me tocó ver que, en la ciudad próxima, cayeron varias casas por la impetuosa lluvia y las fuertes mareas. Y no se diga del invierno en Nueva Inglaterra. Hay que estar siempre atentos a las noticias del clima y estar preparado para cualquier incidente. La nieve en Nueva Inglaterra no es un chiste. Y estando ahora en el sur de Estados Unidos, en Louisville, KY, las tormentas son una constante alerta. Aunque gracias a Dios no nos ha tocado nada serio en la zona donde vivimos, nos ha tocado ya dos ocasiones de tormentas que han destrozado ciudades enteras en Kentucky, y que dañaron gravemente áreas del sur de Louisville. Pero las personas saben lo que deben de hacer. Las personas que han vivido suficiente tiempo en la región saben a dónde ir a refugiarse y tener a la mano documentos importantes para traer consigo al refugiarse. El clima cambia inesperadamente, y aunque hay alguna alerta, puede ser que no pase nada grave. Sin embargo, las personas prudentes no se arriesgan, sino que se preparan adecuadamente.

Jesús nos dice que no estemos en glotonería, embriaguez, y en los afanes de la vida. En otras palabras, que no debemos estar buscando solamente los placeres del mundo. Como aquellos que se preparan ante una alerta de un fenómeno climático desastroso, nosotros también debemos de estar preparados. No sabemos si el fin llegará mañana, o la siguiente semana, o el próximo año, o todavía muchos años después. Sin embargo, sabemos que el fin llegará, y vendrá cuando menos nos lo esperemos. Por lo tanto, Jesús nos enseña: “Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre” (36). Nosotros no debemos bajar la guardia, sino que debemos estar atentos, y debemos estar en oración continua. Como no sabemos cuándo llegará el fin, no podemos estar confiados en nosotros mismos. Debemos estar meditando en la palabra de Dios y orando por la presencia de Dios en todo tiempo de nuestras vidas.

Señor, muchas veces caigo en complacencia con el mundo pensando que todo está tranquilo. Llego a olvidar con facilidad su advertencia de estar siempre listos para recibir su venida gloriosa. Por esa complacencia con el mundo llego a caer en muchas tentaciones en mi mente, y aún en mis acciones. En lugar de estar en meditación de su palabra y en oración continua, estoy pensando solamente en deseos de éxito mundanal, avaricia material, y en ociosidad. Pero usted me ha advertido que ciertamente vendrá nuevamente. Y vendrá un día que yo no lo se. Por eso, oro Señor que me ayude a estar velando en oración y meditando en su palabra de día y de noche. Así, el día que usted venga, pueda yo ser hallado digno de estar delante de usted.

Oro también, Señor, que me use como su instrumento para compartir el evangelio, las buenas nuevas de salvación. Así, guíe mi vida, señale mis caminos, para que en todo pueda glorificar su nombre y muchas personas puedan conocerle a usted.  Bendígame, Señor, para que pueda ser fuente de bendición para otros.

Una palabra: Velar y orar para ser encontrado digno de estar de pie delante de mi Señor.

El Hijo del Hombre que viene en una nube

Lucas 21:20-28

Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria.

Lucas 21:27

Albert Mohler, en su libro “No podemos callar”, dice que no podemos ser optimistas sobre el mundo, pero los creyentes podemos tener esperanza. Esta esperanza está en Jesús, nuestro Señor, quien vendrá nuevamente. Los creyentes somos solamente peregrinos y extranjeros en este mundo esperando poder llegar al reino celestial. Esta esperanza será cumplida cuando venga nuevamente nuestro Señor.

Este pasaje es continuación del anterior. Jesús estaba diciéndoles a quienes le preguntaron sobre las señales del fin de los días. Jesús enseñó sobre ciertas señales, pero ninguna de estas era definitiva. Solamente dio una advertencia sobre lo que pasaría y exhortó a que los creyentes debemos guardar nuestra fe con paciencia.

En la palabra de hoy, Jesús enseña qué sucederá cuando él venga nuevamente. Jesús describe una situación terrible, no solamente en la tierra, sino en el universo. ¿Se referirá a la destrucción del sol, la luna, y las estrellas? ¿Será toda la creación? No lo sabemos. Aparentemente este texto parece indicar algo así, y así lo entienden muchas personas. En lo personal, creo que, si leemos toda la Biblia como un solo libro, no dice que toda la creación vaya a ser destruida. El que hayan “señales en el sol, en la luna y en las estrellas” y que “los cielos serán conmovidas” no quiere decir necesariamente que el universo va a ser destruido. Ciertamente sucederá algo en el universo; algo que no sabemos en este momento, y que tal vez no podamos explicar en su momento. Lo único que podremos saber es que será el tiempo de la venida del Señor.

¿Por qué pienso que el universo no será destruido? Porque, a mi entender, si Dios evaluó toda su creación diciendo: “y era bueno en gran manera” (Gn 1:31), entonces no habría razón por la que Dios destruyera toda su creación. ¿Qué tenía de bueno en gran manera? La caída cambió todo, cierto. Pervirtió todo lo que Dios hizo, pero no la caída no tiene poder suficiente para deshacer lo que Dios creó bueno en gran manera. Como toda la creación fue pervertida, el Señor purificará el universo cuando venga nuevamente. La nueva creación no es nueva en el sentido de que va a deshacer todo y rehacer todo. La nueva creación es que será limpiado y será como nuevo. Esto tiene mucha semejanza con nuestras vidas. Nosotros recibimos nueva vida, no porque seamos destruidos físicamente, sino que somos purificados a través de la sangre de nuestro Señor. Somos nueva creación en el sentido de que hemos muerto al pecado porque recibimos justificación imputada. Esto es, no por nuestro propio esfuerzo o nuestra obra, sino solamente por causa de nuestro Señor quien murió en nuestro lugar. De una manera similar, el universo será purificado por el Señor para que la recibamos como el nuevo Edén, como Dios quiso que fuera desde el principio. Solamente que esta vez Satanás no podrá engañar a los hombres, porque Satanás también será juzgado en el día que el Señor regrese.

En mi meditación sobre el pasaje anterior hablé bastante sobre que debemos vivir sabiendo que éstos son los últimos días. No debemos confiarnos de que van dos mil años y no ha pasado nada. Al contrario, nuestra actitud debe de ser que, como ha pasado dos mil años por la gracia de Dios, el día del juicio está más cerca que nunca. Algunos cristianos, basados en la ciencia, confían en que el fin de los días todavía está lejos. Según la ciencia, el universo está expandiéndose, pero va a llegar un momento en que se va a contraer nuevamente. Los cristianos que ven este fenómeno en el universo interpretan que la contracción del universo es el día en que se refiere Jesús a las señales en el sol, la luna y las estrellas. Pero yo pienso que no podemos confiarnos en esos datos científicos. A mí me encanta la ciencia. Sin embargo, también entiendo las limitaciones de la ciencia. La ciencia nos explica la lógica y la gran creatividad con la que Dios creó el universo. Sin embargo, la ciencia no determina la soberanía de Dios. Aunque me parece un dato fascinante la expansión del universo y la posibilidad de su contracción, esto no quiere decir que Dios estableció la contracción del universo como señal. Tampoco quiere decir que Dios tiene que esperar hasta esa contracción para juzgar a la creación. Nadie conoce el plan de Dios, pero tampoco es necesario que nosotros la conozcamos. Lo que sí necesitamos conocer es que Dios enviará a nuestro Señor nuevamente. La primera vez vino humildemente para mostrarnos su amor y gracia a través de que el Hijo se hiciera hombre y muriera en la cruz para perdón de nuestros pecados. La segunda vez vendrá con toda su gloria como juez, mostrando la justicia y el juicio de Dios. Ese día, dice el Señor, debemos erguirnos y levantar nuestra cabeza porque nuestra redención está cerca.

Ciertamente no podemos ser optimistas sobre el mundo. Ser optimistas con el mundo, como lo explica Mohler, significa que podemos esperar que el mundo mejore. Sin embargo, el mundo muestra claramente que no va a mejorar. Y la Biblia tampoco nos presenta un panorama en donde el mundo mejore. Al contrario, así como Dios esperó cuatrocientos años para juzgar a la tierra de Canaán por sus pecados, Dios está esperando que el pecado del mundo llegue a su colmo. Y así como Dios usó a Israel para juzgar a Canaán, el verdadero Israel, nuestro Señor Jesucristo, vendrá para juzgar al mundo.

Pero podemos tener esperanza. Tener fe significa tener esperanza (Heb 11:1). Antes de que el Señor venga nuevamente habrá muchas persecuciones y dificultades para los cristianos, como lo vimos en el pasaje anterior. Pero cuando el Señor venga nuevamente, ese día podremos levantarnos y alzar nuestra cabeza porque sabremos que todas esas dificultades habrán llegado a su fin. En ese día, quienes fueron justificados por la sangre de Jesús podrán vivir con verdadera paz por toda la eternidad en presencia de Dios.

Señor, ayúdeme a no olvidar la esperanza en su segunda venida. Aunque tenga muchas dificultades en este mundo, todas las cosas pasarán cuando usted venga a juzgar al mundo. Solamente le pido que, conforme a su promesa, esté usted siempre conmigo hasta el final. Ayúdeme a no desviarme de su camino. Y pido, Señor, que me use como instrumento suyo para que su voluntad sea cumplida en esta tierra.

Una palabra: Tenemos esperanza porque el Señor vendrá nuevamente.

Matente firme

Lucas 21:5-19

Con vuestra paciencia ganaréis vuestras almas.

Lucas 21:19

Vivimos en un tiempo lleno de noticias alarmantes. Aunque guerras ha habido a lo largo de los años en diferentes partes del mundo, la guerra de Ucrania y Rusia tomó gran relevancia en la política internacional. Además, en estos días hemos escuchado más sobre la guerra entre Israel y Palestina. Por esto muchos se preguntan si estamos cerca del final de los días. Los discípulos también tuvieron la misma curiosidad.

Mientras Jesús enseñaba en el templo, escuchó cómo algunos admiraban el templo.
Éste era el segundo templo. El templo que construyó Salomón había sido destruido durante la invasión babilónica. Años después de la deportación a Babilonia, algunos israelitas regresaron a Jerusalén para reconstruir el templo y la ciudad, dirigidos por Nehemías, Zorobabel, y Esdras. Este segundo templo fue muy sencillo, nada que ver con el lujoso templo que Salomón había construido. Aproximadamente 400 años después, cuando Herodes el Grande le compra a Roma la silla de rey de Israel, Herodes remodeló el templo haciéndolo excesivamente lujoso para ganarse al pueblo de Israel. Por eso mucha gente admiraba el templo. Pero Jesús les dijo que no quedaría piedra sobre piedra de ese templo. Esta profecía se cumplió alrededor del año 70 cuando el general romano Tito sitia Jerusalén. Después de dejar morir de hambre a Jerusalén, los soldados romanos entraron a saquear la ciudad. Cuando llegaron al templo, movidos por un rumor de que Herodes había puesto oro en cada una de las piedras del templo, los soldados destruyeron totalmente el templo en busca de ese oro. De esa manera, no quedó ninguna piedra sobre piedra en el templo.

Pero la destrucción del templo significaba para los Judíos mucho más que simplemente la destrucción de la ciudad. La destrucción del templo significaba el fin del pueblo de Israel. Y el fin del pueblo de Israel lo entendían como el fin de los tiempos. Por esto los discípulos preguntaron sobre las señales antes del fin de los días.

Jesús enseñó que habrá varios eventos. Se levantarán muchos falsos cristos. Habrá muchos rumores de guerras. Se escuchará sobre tumultos. Pero Jesús advierte que no será el fin inmediatamente. Todavía más, habrá persecución contra los creyentes. Han pasado dos mil años desde que Jesús dijo estas palabras. A lo largo de los años se ha visto todo este tipo de eventos. Una de las razones por las cuales la iglesia primitiva era fuerte fue porque los miembros siempre vivieron con la urgencia de que debían de predicar el evangelio porque el fin de los días estaba cerca.

Han pasado dos mil años y parece que el fin de los días está lejos. Por eso la iglesia actual se ha vuelto muy débil. Los creyentes oyen el mensaje del fin de los días, pero no hay un sentimiento de urgencia. Hay la idea de: “Sí, eso va a pasar, pero no hoy”. Y por eso cada uno busca solamente lo suyo. Pero las noticias de guerras, sediciones, y de falsos cristos deben de ponernos en alerta. Debemos vivir con la guardia en alto sabiendo que son signos del fin de los días.

Pero Jesús no se enfocó en enseñar exactamente cuándo será el fin de los días. Lo que se enfocó fue en exhortar a los creyentes a mantenerse fieles hasta el final. Ciertamente habrá persecuciones a los cristianos, pero debemos saber que Dios nos guardará en todo momento. Él está presente en nuestras vidas por medio del Espíritu Santo quien mora en sus escogidos. El Espíritu Santo nos da sabiduría y nos hace recordar todas las cosas que el Señor nos ha dicho para que no tengamos temor de las persecuciones.

Ciertamente vivimos en el fin de los días. No importa que haya pasado dos mil años sin que haya sido el fin. Eso solamente es evidencia de la paciencia y la gracia de Dios. No hay nada que esté fuera de perfecta soberanía. No nos toca a nosotros saber cuándo será el fin de los días. Ha pasado dos mil años, así que cada vez es más seguro que el fin está cerca. Y esto se ve cada vez más en la persecución hacia los cristianos. Aún en países como Estados Unidos, donde poco se habría pensado que habría persecución, se empieza a haber. Ciertamente no a niveles como las hay en países musulmanes o comunistas. Y también es cierto que la sociedad estadounidense poco a poco ha rechazado la enseñanza bíblica. Sin embargo, con el wokismo de nuestro tiempo, los cristianos son cada vez más marginados. En estos días, uno tiene que ser cuidadoso de cómo habla, y estar preparado para recibir críticas por creer en la verdad.

Señor, ciertamente estos tiempos son difíciles. Siempre ha sido difícil porque el mundo le rechaza a usted y a sus siervos. Pero conforme veo las noticias del mundo, más me doy cuenta de que los cristianos no la tendremos fácil. Le pido, Señor, que siempre esté conmigo conforme a su promesa. Ayúdeme ser paciente sabiendo que usted es fiel con sus promesas. Y le pido, Señor, que me use como instrumento suyo para predicar el evangelio con urgencia porque el fin de los días está siempre cerca.

Una palabra: Confía en Dios hasta el final.