Lucas 23:1-25
y les soltó a aquel que había sido echado en la cárcel por sedición y homicidio, a quien habían pedido; y entregó a Jesús a la voluntad de ellos.
Lucas 23:25
Señor, ¿hasta dónde soportará el pecado de los hombres? Porque muchas veces cuando peco, no peco poquito, sino que fácilmente me dejo llevar por mis deseos pecaminosos. Señor, si bien no he llegado a cometer crímenes, pecado es pecado delante de usted.
Jesús fue sentenciado rápidamente por el sanedrín. Ellos habían acordado de qué acusar a Jesús la noche anterior en un juicio ilegal. En la mañana simplemente le dieron formalidad para poder entregarlo a las autoridades romanas. Así, Jesús fue entregado a Pilato, quien era gobernador de Judea en aquel tiempo. Pero Pilato, después de interrogar a Jesús, no encontró ninguna culpa. Entonces, al saber que Jesús era galileo y que Herodes estaba en Jerusalén en aquel tiempo, Pilato envió a Jesús a Herodes. Nos dice Lucas que Herodes llevaba tiempo queriendo ver a Jesús. Por su puesto, él no estaba interesado en quién era Jesús, sino que quería ver algún milagro. En otras palabras, Herodes vio a Jesús como si fuera un mago de circo. Pero como no pudo sacarle nada a Jesús, lo envió de vuelta a Pilato. Así, Pilato concluyó que Jesús era inocente. Esto lo sabía desde la primera vez que lo interrogó. Él sabía que Jesus le había sido entregado solamente por los celos de los líderes religiosos.
Pilato no era un hombre tonto. Llegó a ser gobernador de Judea por roces con Roma, algo que él no quería; pero para nada era un hombre tonto. Y esto es importante para entender por qué Pilato quiso tanto negociar con los líderes religiosos. La manera de poder irse de Judea era a través de no crear un alboroto que pudiera seguir generando más asperezas con Roma. Por esta cobardía de Pilato, Jesús fue condenado a muerte. Sí, Pilato intentó soltara a Jesús a través de la tradición de soltar a un criminal durante la fiesta de la pascua. Generalmente la gente pedía caudillos; líderes de algún tipo de movimiento judío que hubiera sido arrestado por puros fines políticos. Pero en esta ocasión, la gente fue incitada a pedir a Barrabás. Éste, nos cuenta Lucas, era un conspirador y homicida.
Los líderes religiosos fallaron al no poder controlar sus celos contra Jesús. Y al no poder dominar su pecado, éste los llevó a conspirar a matar a un hombre inocente. Estuvieron dispuestos a violar todas las leyes que se suponía ellos protegían celosamente. Pero mostraron que lo que les importaba era su ego, no la ley de Dios.
Pilato falló al no poder proteger a un hombre inocente. Pilato, sabiendo la inocencia de Jesús, quiso pasar la responsabilidad a otros. Quiso ver si Herodes podía encontrar algo de qué acusar a Jesús. Quiso ver si podía negociar con los líderes religiosos ofreciéndoles que azotaría a Jesús, pero que aceptaran el dejarlo ir libremente. Aún intentó utilizar la costumbre de soltar a un criminal en las festividades nacionales. Pero nada le funcionó. No pudo ser defensor de la verdad, por lo que terminó siendo un esclavo de la injusticia.
El pueblo falló por no poder reconocer a su rey. Esta misma gente, la semana anterior, cuando Jesús entró a Jerusalén montado en un pollino, gritaron: “¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo, y gloria en las alturas!” Pero ahora se dejaron manipular por los líderes religiosos para gritar: “¡Crucifícale, crucifícale!” Esta gente tenía mentalidad de masas; fueron guiados por sus emociones y el tumulto de la gente. Por esto, ellos no pudieron ver quién era Jesús verdaderamente y honrarle como él se merecía.
Finalmente, Jesús fue tratado como un malhechor. Jesús fue rechazado por su propio pueblo, quien eligió a un homicida por encima de su rey. Pero esto era necesario para que toda la palabra de Dios fuera cumplida. Jesús tomó nuestro lugar, y esta fotografía muestra la gravedad del pecado. Cuando uno peca llega a ser el ser más vil. Pero para que nosotros no tengamos que sufrir esa humillación y todos los dolores que conlleva el pecado, Jesús se puso en nuestro lugar.
Señor, muchas veces soy como los líderes religiosos. Según yo soy un defensor de la palabra de Dios. Pero al enorgullecerme, caigo en muchos pecados, y es como si le estuviera maltratando a usted de manera ilegítima. Muchas veces soy como Pilato. Sé qué es lo correcto y qué es lo incorrecto, pero en lugar de armarme de valor y defender la verdad, caigo en cobardía y hago lo que es incorrecto. Muchas veces sé que mis pensamientos o mis deseos son pecado, y conscientemente debato conmigo; pero al no luchar con oración, termino negociando con mis deseos pecaminosos y sucumbo a su deseo. Muchas veces soy como el pueblo. Un día estoy alabando su nombre, y otro día estoy sumergido en mis deseos pecaminosos. ¡Y qué digo un día y otro día! ¡Muchas veces es de un minuto a otro!
Señor, tenga misericordia de mí. Le agradezco que haya venido al mundo para tomar mi lugar y sufrir todo lo que debía yo de sufrir. Por favor, perdone mi pecado y ayúdeme a vivir delante de usted. Quite de mí a mi actitud de líder religioso, de Pilato, y del pueblo, y pueda yo vivir rectamente para gloria de su nombre. Ayúdeme a luchar en oración como usted lo hizo, y que me mantenga firme en su palabra a través del poder y la guía del Espíritu Santo.
Una palabra: Gracias Señor por sufrir en mi lugar las humillaciones y dolores que causa el pecado.