Lucas 22:1-23
De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama.
Lucas 22:20
Una de las grandes preguntas teológicas es sobre la continuidad o la discontinuidad del Antiguo Testamento. La palabra de hoy responde a esta pregunta. El nuevo pacto en Jesús da fin al antiguo pacto (testamento), y abre un nuevo capítulo, un nuevo pacto.
Llegó el día de la pascua. El día judío terminaba a las 5:59pm y comenzaba a las 6:00pm de nuestra hora. Por lo tanto, las familias la podían celebrar ya sea el jueves por la noche o el viernes durante el día. Jesús y sus discípulos la celebraron el jueves por la noche.
Conforme leemos el texto, podemos ver que Dios preparó todas las cosas. Como estaba escrito que uno traicionaría a Jesús, Judas se estaba preparando para entregar a su maestro en manos de los principales sacerdotes. Por otro lado, Jesús no tenía casa en Jerusalén, pero tenía muchos amigos. Así, uno de ellos habría hablado de antemano con Jesús para tener todas las cosas listas. Lo impresionante no es que el lugar y la comida estuvieran listos para Jesús y sus discípulos desde antes de que Jesús enviara a Pedro y a Juan. Lo impresionante es que Jesús supiera que el hombre que ellos encontrarían a la entrada de la ciudad con el cántaro de agua era un siervo del amigo que tenía la casa preparada. Esto muestra una vez más que Jesús es Dios.
Así, Jesús y sus discípulos llegaron al aposento alto a cenar la pascua. Durante la cena, Jesús hizo dos cosas. Primero, partió el pan y lo dio a sus discípulos, diciendo: “Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; hace esto en memoria de mí”. Luego, tomó la copa, y dijo: “Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama”. La iglesia por mucho tiempo entendió que el pan y el vino se volvían en la carne y la sangre de Jesús. Pero esta incorrecta interpretación fue corregida más tarde. Ahora sabemos que el pan y el vino representan la carne y la sangre de Jesús, pero no se transforman en ellos. Aquí lo importante es que Jesús instituyó la Cena del Señor para “memoria de él”. Los cristianos obedientes cumplimos con esta ordenanza porque el Señor lo instituyó.
¿Pero qué significa esto? Es el nuevo pacto de Dios con los hombres mediante la sangre de nuestro Señor Jesucristo. Y no es de sorprender que hubiera un nuevo pacto. En Jeremías 31:31-34, Dios había prometido que haría un nuevo pacto con los hombres. En el momento en que el pueblo de Israel desobedeció a Dios, el antiguo pacto había sido invalidado. Sin embargo, Dios conservó su parte del pacto por pura gracia. Por tanto, no debería ser sorpresa que Dios hiciera otro pacto con los hombres.
La característica de este nuevo pacto era que Dios escribiría este pacto en el corazón y la mente de los hombres. Esto fue cumplido a través del Espíritu Santo que mora en los creyentes. El Espíritu Santo nos hace recordar todas las palabras de Dios para que vivamos de acuerdo con su santa voluntad. Dios dijo que no enseñará ninguno a su prójimo. Esto no significa que se dejará la evangelización. Más bien significa que el Espíritu Santo que mora en nosotros es quien nos enseña. Antes, como el Espíritu Santo no moraba en el pueblo de Israel, era necesario que los sacerdotes intercedieran y enseñaran al pueblo. Ahora, aunque hay maestros de la Biblia y pastores, reconocemos que la enseñanza no es nuestra si de Dios por medio de sus siervos. El antiguo pacto era un pacto de obras. Se había que guardar toda la ley de Dios. Sin embargo, la ley no es posible de guardar en su totalidad. ¿Por qué Dios les dio una ley imposible de guardar? La ley no era para que los hombres pudieran lograr algo, sino que era para mostrar la santidad de Dios. Por lo tanto, la ley mostraba que los hombres son pecadores. Así, es necesario que quien quiere recibir la salvación, primero experimente y confiese que es pecador. Por otro lado, la ley apuntaba a aquel quien guardaría toda la ley, Jesucristo. Así, todas las leyes fueron cumplidas en Cristo.
Para hacer un pacto había que derramar sangre. En Éxodo 24:6-8, Moisés tomó la sangre de los animales que se habían traído para ofrecer holocausto a Dios. La mitad de la sangre la roció en el altar. Y cuando Moisés preguntó y el pueblo respondió que obedecerían todo lo que Jehová les había dicho, Moisés roció la otra mitad de la sangre en el pueblo. Mientras rociaba la sangre, les dijo: “He aquí la sangre del pacto que Jehová ha hecho con vosotros sobre todas estas cosas.” En el nuevo pacto, Jesús fue el cordero pascual. Él es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
Señor, ayúdeme a vivir recordando la gracia y el amor que mostró por mí al venir a este mundo y morir en una cruz en mi lugar por mis pecados. Muchas veces pongo tanta atención a las cosas del mundo que olvido mirarle a usted. Gracias porque estableció la santa cena para recordar su gracia de redención. Pero no solamente por la cena le recuerdo, sino que me ha dejado muchas cosas para recordarle. Le doy gracias especialmente por enviar al Espíritu Santo para que more en mí. A través de él puedo recordar todas las palabras que usted ha dicho, para que así viva en santidad delante de usted.
Una palabra: Recuerda la sangre del Señor derramada para redimir mis pecados.