Él no está aquí; ¡ha resucitado!

Lucas 24:1-12

les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado. Acordaos de lo que os habló, cuando aún estaba en Galilea.

Lucas 24:5b, 6

Uno de los filósofos que me interesó mucho durante mi adolescencia fue Friedrich Nietzsche. Y no me llamó la atención porque me atrajera su filosofía. Al contrario, fue la primera vez que tuve que lidiar con argumentos sumamente complejos para defender el cristianismo. Habiendo asistido a una secundaria cristiana y teniendo puros amigos cristianos, no tenía mucho qué discutir sobre la Biblia. Pero cuando comencé a leer a Nietzsche me incomodé mucho, pero al principio no sabía cómo responder a sus argumentos. Cuando Nietzsche afirmó que cuando Jesús murió en la cruz, Dios murió, ¿cómo le respondería que no es así?

La cruz de Jesús es el clímax de la historia redentora. Sin embargo, si la historia terminara allí, entonces la muerte habría sido totalmente en vano. Si Cristo murió, pero no resucitó, entonces Nietzsche tenía razón, al igual que todos los pensadores de la Ilustración. Sin embargo, Cristo resucitó, y así nos dio la salvación perfecta. Él murió por nuestros pecados, pero venció al poder del pecado y de la muerte para que nosotros también seamos vencedores junto con él al resucitar junto con él.

¿Cómo sabemos que Jesús resucitó? En primer lugar, tenemos a los testigos de aquél entonces. Cuando las mujeres fueron el domingo a preparar el cuerpo de Jesús con especias aromáticas, vieron que la piedra que cubría la entrada del sepulcro estaba removida. Y al entrar, no hallaron el cuerpo de Jesús. Dos ángeles les dijeron: “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado”. Y les hizo recordar lo que Jesús había dicho sobre su muerte y su resurrección. Jesús les había dicho tres veces que moriría cuando llegara a Jerusalén, pero al tercer día resucitaría. Las mujeres llevaron este mensaje a los discípulos, y, aunque no les creyeron al principio, Pedro fue y vio que lo que ellas reportaron era cierto.

Ahora, hay quienes dicen que los discípulos inventaron la historia de la resurrección. Según ellos dicen que era la única manera de poder continuar con la religión que Jesús había comenzado. Pero ¿cómo se habrían llevado el cuerpo de Jesús? Aunque Lucas no lo menciona, Mateo nos cuenta que los principales sacerdotes precisamente temieron que algo así pasara. Por lo tanto, pusieron una guardia a la entra de la tumba. Hay que notar que Mateo nos detalla que esta guardia fue dada directamente por Pilato. Por lo tanto, eran soldados de élite, no soldados de bajo rango. Entonces, el decir que los discípulos llegaron y robaron el cuerpo de Jesús significaría decir que once civiles, la mayoría sin ningún tipo de entrenamiento en combate ni conocimiento de estrategia de guerra, pudieron con un grupo de soldados élites romanos. Esto fue precisamente lo que los principales sacerdotes les dijeron a los guardias que dijeran cuando unos de los guardias reportaron sobre la aparición del ángel que removió la piedra. Pero era totalmente absurdo. Leyendo a Mateo cuidadosamente, aunque él no nos menciona cuántos guardias estaban custodiando la tumba, podemos entender que fueron varios. Unos fueron los que avisaron a los principales sacerdotes, lo que quiere decir que eran por lo menos dos los que dieron el reporte. Y, por lo tanto, significa que hubo más de cuatro guardias. Deberíamos pensar que por lo menos unos cinco o seis, para que el “unos de la guardia” tenga sentido. Pero digamos que fueron cuatro (yo insisto en que fueron más, pero digamos que fueron pocos). ¿No podía un soldado romano, bien armado y entrenado, con tres de los discípulos? Es ridículo pensarlo.

Además, hay que considerar que los discípulos estaban llenos de miedo. Esto no es un asunto menor. ¿Por qué los autores bíblicos ridiculizarían a los discípulos señalándolos de cobardes? Generalmente los historiadores quieren inflar a sus héroes, pero los evangelistas no inflaron nada de los discípulos de Jesús, sino que los mostraron tal como eran.

No es opción pensar que el cuerpo de Jesús no fue enterrado. La preocupación de los principales sacerdotes de la posibilidad de que los discípulos robaran el cuerpo muestra que Jesús fue sepultado. Si alguien piensa que esto solamente lo dice la Biblia, está muy equivocado. Hay varios textos extrabíblicos que testifican a Jesús muerto y sepultado.

Su cuerpo nunca fue hallado. Ha habido muchas excavaciones arqueológicas y nadie ha podido encontrar el cuerpo de Jesús. Se piensa que el Sudario de Turín es la sábana con la que se cubrió a Jesús. Pero, independientemente de la veracidad del sudario, hay muchas razones lógicas para saber que el cuerpo de Jesús no fue hallado jamás. Una razón muy evidente es que, si los discípulos hubiesen mentido, y hubieran dicho que Jesús resucitó sin haber recuperado su cuerpo, entonces los principales sacerdotes podrían haberlos callado fácilmente y continuar cuidando el cuerpo de Jesús. Si así hubiera pasado, encontraríamos textos rabínicos que lo afirmaran. Sin embargo, no hay ni un texto que afirme que hallan tenido el cuerpo de Jesús bajo su cuidado.

Finalmente, si todo hubiera sido una farsa, no habría podido durar por tantos siglos. Digamos que los Once vencieron a los guardias élites romanos y robaron el cuerpo de Jesús. Por un tiempo podrían haber mantenido en secreto que Jesús no resucitó. Sin embargo, tarde o temprano saldría a la luz. Es muy difícil mantener un secreto de esa magnitud por tantos años. Ni hablar de tantos siglos.

Por lo tanto, la historia y la lógica testifican de la resurrección de Jesús. Jesús ciertamente murió en la cruz, pero también es cierto que resucitó al tercer día. Esto es algo que los ateos han tratado de responder, pero han fracasado una y otra vez. Su única solución es que no creen que sea posible la resurrección. Bueno, una cosa es que no crean, y otra cosa muy diferentes que sucedió a pesar de lo que quieran, o no quieran, creer.

Pero hay una razón mucho más evidente de la resurrección de Cristo. Los argumentos anteriores han sido solamente en base a estudios históricos. Sin embargo, todos los creyentes sabemos que el Señor resucitó porque sentimos su presencia. Y sabemos que su presencia en nuestras vidas es verdad, aunque es difícil de explicar en palabras. No importa si los ateos nos creen o no. Queremos compartirles el evangelio, pero su opinión sobre nuestra fe es de nula importancia. Como el himno Él vive declara, “Sé que él viviendo está porque vive en mi corazón”.

Nietzsche, desgraciadamente, no conoció a Cristo. No porque no tuviera oportunidad de conocerle, sino porque le rechazó. Y al rechazarle, no tenía ninguna otra opción que negar a Dios. Lo mejor que pudo decir es que si Dios existió, murió en la cruz. Él pensó que eso le liberó, pero en realidad, el pecado le orilló a solamente poder pensar en el pecado y nada más. Ese es el engaño de Satanás. Parece que él ofrece libertad, pero en realidad termina esclavizando a las personas.

Sin embargo, en el Señor tenemos libertad. A través de su muerte y su resurrección, somos libres de las cadenas del pecado. Ahora podemos decidir con toda libertad que seguiremos a Dios. No es una obligación, sino que es una decisión personal. Un secreto que las personas del mundo no entienden, ni entenderán si no aceptan al Espíritu Santo que nos une a nuestro Señor.

Señor, le alabo porque usted murió en la cruz por mis pecados, y resucitó al tercer día para darme vida nueva. Oro que pueda vivir una vida victoriosa con fe en la resurrección. Señor, úseme para que pueda compartir estas buenas noticias de salvación a las personas de este mundo.

Una palabra: ¡Ha resucitado!

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