Tú tienes las palabras de la vida eterna

Juan 6:60-71

Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.

Juan 6:68

¿Por qué sigo a Jesús? Esta es una pregunta que me hacía cuando era yo más chico. ¿Hay alguna conveniencia evidente en seguir a Jesús? Aunque hubo un tiempo en que me cuestionaba la razón de la vida cristiana, doy gracias a Dios que me ayudó a conocer que solamente en él hay vida.

En el Pan Diario anterior, la multitud quiso hacer a Jesús rey porque les había alimentado con pan y pescado hasta saciarse. Jesús entendió esto. Era claro que no tenían la intención de hacerle rey porque le hubieran reconocido como el Mesías. La multitud reaccionó carnalmente. A esto, Jesús les rechazó, y más bien les invitó a buscaran el pan verdadero; esto es, comer su carne y beber de su sangre.

Pero, un momento. ¿Qué está diciendo Jesús? ¿A qué se refiere con esto? Jesús les explicó que el pan material sacia un poco el hambre, pero finalmente muere; así como los israelitas que salieron de Egipto comieron el maná que descendió del cielo, pero finalmente murieron. Jesús les dice que, al contrario del pan material, quien come de su carne y bebe de su sangre tendrá vida eterna.

Pero ¿qué es eso que Jesús está diciendo? Evidentemente había un rechazo de parte de la multitud y de algunos de sus discípulos. Ellos dijeron: “Dura es esta palabra; ¿quién la pude oír?” (60). Aquí, “dura” se refiere a algo áspero o desagradable de escuchar y aceptar.[1] De esta manera, D. A. Carson menciona cuatro posibles razones por las que las palabras de Jesús les parecieron duras: 1) estaban más interesados en la comida física y los milagros visibles que en cuestiones mesiánicas y las realidades espirituales; 2) no estaban preparados para tomar una decisión de fe genuina porque ni siquiera querían renunciar a su propia autoridad; 3) se sintieron ofendidos de Jesús se proclamara como mayor a Moisés; y 4) se ofendieron pensando que Jesús les estaba enseñando canibalismo al decir que comieran su carne y su sangre.[2] Cualquiera que haya sido la razón, Jesús les advierte que solamente a través de él podrán ir al Padre.

Jesús es el único camino al Padre. En él hay vida. Juan comienza su evangelio declarando que Jesús, el Verbo encarnado, es Dios mismo (1:1-3), y que “[E]n él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres” (1:4). Pero también dijo: “Ninguno puede venir a mí, sino le fuere dado por el Padre” (65). Solamente en Jesús hay vida, pero el acercarnos a él no es algo que podemos hacer por nuestra propia capacidad. No es por nuestra voluntad ni por nuestra fuerza. Es solamente de acuerdo con la voluntad del Padre. Esto es, solamente aquellos que están predestinados a la salvación pueden acercarse a Jesús, y así ser adoptados y reconocidos como hijos de Dios. Me pregunto cómo interpretarán los que simpatizan con el arminianismo en la cuestión de la predestinación.[3] Pero, creo que es claro que estas palabras de Jesús muestran que la salvación es solamente para aquellos que Dios ha elegido de antemano.

La multitud y muchos de los discípulos no pudieron aceptar estas palabras de Jesús, y se fueron. Pero, contrario a éstos, los doce se quedaron con Jesús. Jesús les preguntó a los doce si ellos también le dejarían. Aunque Pedro es quien habló, sus palabras representaban el sentir y el pensar del resto del grupo. Pedro le dijo a Jesús: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna” (68). Pedro reconoció primeramente que Jesús es Dios. Moisés enseñó que Dios hizo afligió a los israelitas en el desierto para que aprendieran que “no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre” (Deut 8:3). Solamente si Jesús es Dios, Jesús tiene palabras de vida eterna. Así, Pedro entendió que no había ninguna parte en este mundo en donde él pudiera ir para recibir vida verdadera. No importaba la situación o la dificultad, Pedro entendió que solamente hay vida en Jesús.

Nuestro Pan Diario hace unas excelentes preguntas: “Cuáles es mi motivo y base para seguir a Cristo? ¿Es por los sueños terrenales, el éxito, la ambición oculta, o es por las palabras de vida eterna?” Cuando yo me hice estos cuestionamientos cuando era más chico, sabía que el seguir a Jesús no daría necesariamente éxito o cumpliría mis sueños terrenales. Sabía Dios conoce los deseos de mi corazón, pero eso no significaba que necesariamente se cumplirían mis sueños terrenales. Al contrario; al leer la Biblia, siempre parecía que había que dejar mis sueños terrenales y mis deseos de éxito si quería seguir a Jesús.

Por ejemplo, viendo la vida de mis papás, inmigrantes coreanos a México a principios de los 80, era una cosa muy difícil de ver. Mis papás llegaron a México sin saber español, y sin un peso en el bolsillo. En aquella época no existía el Internet, por lo que era muy difícil de saber qué era lo que les deparaba en México. Siendo solamente un niño, no sufrí por falta de nada. Al contrario, creo que mis padres se esforzaron mucho para que mi hermana y yo no sintiéramos que nos hacía falta nada. Por supuesto que uno puede desear lujos, especialmente al ver cómo viven otros. Pero también veía que nosotros teníamos cosas que otros no tenían. Aún así, siempre me pregunté si no habríamos tenido un mejor estilo de vida si mis papás hubieran decidido quedarse en Corea. Mi papá trabajaba en una farmacéutica importante en aquella época. Pensaba que, tal vez, mi papá podría tener una mejor posición en la empresa y vivir bien.

Un día platiqué de esto con mi papá. Su respuesta me sorprendió. Me dijo que haberse ido a México fue la mejor decisión de su vida. Si bien, sufrió un tiempo, pudo tener una vida mejor de la que esperaba. Siendo empresario, podía dedicarse a hacer lo que él quería hacer, y no estar atado a un horario de oficina. Por supuesto que había retos y dificultades, pero él lo veía siempre como una aventura, no un peso. Me expresó que él sentía que aquellos que trabajaban por un salario en oficinas tenían una vida miserable. Pero nada de esto habría sido posible si no fuera porque él escuchó y aceptó el llamamiento de Dios a ser misionero para México. Por lo tanto, la mejor decisión de su vida fue haber escuchado el llamamiento de Jesús.

Sé que hay diferentes experiencias. Humanamente hablando, la vida de mis papás parece una vida exitosa al final. Por otro lado, hay misioneros que viven apretándose el cinturón, y otros que viven al filo de la navaja por causa de las persecuciones. Sin embargo, cualquiera de estos misioneros y pastores dirán también que es la mejor vida para ellos. Al final, lo que sucede en este mundo no es lo importante. Lo importante es la preparación para la vida eterna. Lo importante es escuchar el llamado del Señor y obedecerle. En él esta la vida. Él tiene palabras de vida eterna.

Señor, ayúdeme a no dejarme llevar por el mundo. Ciertamente hay muchas tentaciones, y parece que hay maneras para poder lograr el éxito y los sueños terrenales si solamente uno deja de servir la obra y se dedica a perseguir esas metas. Sin embargo, el éxito del mundo y los sueños terrenales no lleva a nadie a la vida eterna. Alejados de usted es la muerte, pues solamente hay vida en usted. Ayúdeme, Señor, a continuar mi vida conforme al llamamiento que me ha hecho. Ayúdeme, Señor, a ser obediente a su palabra y permanecer en usted. Señor, ¿a dónde iré? Solamente usted tiene palabras de vida eterna.

Una palabra: Permanece en el Señor; él tiene palabras de vida eterna.


[1] William Arndt et al., A Greek-English Lexicon of the New Testament and Other Early Christian Literature, 3rd ed. (Chicago, IL: University of Chicago Press, 2000), s.v. σκληρός.

[2] D. A. Carson, The Gospel According to John, The Pillar New Testament Commentary (Leicester, UK; Grand Rapids, MI: Inter-Varsity Press; W. B. Eerdmans, 1991), 300.

[3] Más adelante escribiré sobre la posición arminiana y calvinista sobre la predestinación en la sección de Ilocución Teológica.

Un buen nombre

Proverbios 22:1-16

De más estima es el buen nombre que las muchas riquezas, y la buena fama más que la plata y el oro.

Proverbios 22:1

El Pan Diario de hoy nos hace enfocarnos en la importancia de hacerse uno de un buen nombre. ¿Por qué es más importante hacerse de un buen nombre que las riquezas? A veces me hace pensar que Salomón decía esto con facilidad porque él era rico y famoso. ¿Qué más le daba a él decir esto? Pero ciertamente él no dice esto de una manera tan simplista. Cuando leemos Eclesiastés, entendemos que Salomón pensó en esto muy seriamente. Él comparte que experimentó riquezas, muchos placeres, y conocimiento del mundo. Pero nada de esto pudo satisfacerle. Por esto, el tema de Eclesiastés es: “Vanidad de vanidades, todo es vanidad” (Ecl 1:2; 12:8). El libro abre y cierra con estas palabras. Así, Salomón supo bien que las riquezas no son importantes. Él entendió que lo importante es vivir delante de Dios.

¿Qué significa tener un buen nombre? El nombre con el que somos llamados nos es dado por los padres. Por un lado, los padres deben ser sabios en poner el nombre a sus hijos. No lo deberían hacer solamente por capricho o por diversión. En México, por lo menos, hubo un tiempo en que varias personas pidieron cambio de nombre porque sus padres no les dieron un nombre apropiado. Hubo padres que llamaron a sus hijas “Barbie”. A los hijos les llamaron “Batman” o “Wolverine”. Casos ridículos como “Bruswain”, una transliteración del nombre de la identidad pública de Batman, Bruce Wayne. Otro caso interesante, pero que da lástima por el niño, fue un caso en que unos padres pusieron un nombre ridículamente largo a su hijo. No recuerdo todos los detalles de este caso (lo pueden buscar en Internet quien tenga curiosidad). El caso fue que el gobierno de Noruega no les permitió poner ese nombre bajo una ley de protección a los niños. Entonces los padres le pusieron un nombre ridículamente corto, lo cual también fue rechazado. No es mi intención opinar aquí si estoy o no de acuerdo con lo que hizo el gobierno de Noruega. Lo que sí quiero mencionar es que los padres deben pensar bien por qué quieren nombrar a su hijo. Deberían hacerlo con una visión hacia el futuro, y con el mejor deseo para el desarrollo personal de su hijo como persona para este mundo.

Pero Salomón no está hablando del nombre que los padres nos ponen. El “nombre” que Salmón se refiere aquí es la fama. Cuando uno dice Leo Messi, Cristiano Ronaldo, Pelé, Maradona, uno inmediatamente piensa en los mejores futbolistas de la historia. Y no es el nombre de Messi, y compañía, que signifique esto; sino que lo que han hecho a lo largo de sus vidas lo que hace ligar su nombre con el concepto. Salomón nos llama a que vivamos de una manera ejemplar para que ganemos un buen nombre. No sirve de nada tener muchas riquezas si somos conocidos como gente malvada. La Biblia nos cuenta sobre Zaqueo. Él era un hombre extremadamente rico. Sin embargo, no pudo vivir una vida feliz. Todo el pueblo lo odiaba, al grado de que el día que quiso ir a ver y escuchar a Jesús, nadie le abrió paso. La gente estaba disgustada de los abusos de Zaqueo, así que ellos también abusaron de él cuando se presentó la oportunidad. Más, cuando Zaqueo recibió a Jesús en su casa, cambió su perspectiva. Estuvo dispuesto a regresar cuadruplicado a quienes defraudó. Esto lo llevaría seguramente a una situación económica precaria. Tal vez no al grado de quedar en la calle, pero no habría duda de que no podría disfrutar de los lujos que había gozado hasta entonces. Zaqueo sabía esto cuando lo dijo. Él era malo en muchos sentidos, pero no cuando se trataba de calcular dinero. Aun así, Zaqueo estuvo dispuesto a perder su material porque descubrió que no valía nada si no tenía una buena relación con Dios y con los demás. Él aprendió a estimar el buen nombre sobre las muchas riquezas.

En nuestro tiempo la gente se equivoca mucho. Piensan que tener muchas riquezas los llevará a tener un buen nombre; pero no es así. En México, según encuestas que se han realizado, muchos chicos de secundaria sueñan con poder ser sicarios. Ellos ven que los narcotraficantes tienen mucho dinero, y no necesitan esforzarse en estudiar en la escuela. Por el contrario, ven a muchos profesionistas que apenas ganan lo suficiente para mantenerse ellos solos. Por lo tanto, sin importar la buena o mala fama de la profesión, los chicos de secundaria aprecian más las riquezas. Vivimos en un mundo materialista, por lo que el dinero es el ídolo de los hombres.

Pero los que viven delante de Dios estiman más el buen nombre. Viven una vida sacrificada. Su deseo es glorificar a Dios y servir a las personas. Martyn Lloyd-Jones fue un médico que se volvió pastor. Él pudo haber vivido una vida lucrativa con el salario de médico, y vivir con el reconocimiento de los hombres por su profesión. Pero él comprendió que más allá de la riqueza material, era más importante la riqueza celestial. Y más que la sanación física, la sanación espiritual era más urgente. Por lo tanto, dejó la profesión de médico para ser pastor del rebaño del Señor. Muchos misioneros y pastores pudieron tener gran oportunidad de cumplir sus sueños terrenales, pero lo dejaron todo para servir la obra de Dios. A los ojos de los hombres, muchos de ellos parece que sus vidas son un desperdicio. Pero ciertamente son preciosos ante los ojos de Dios. Y todos aquellos que han tenido la bendición de conocer a Dios a través de esos siervos, aprecian sus vidas y su sacrificio. Ellos estimaron más tener un buen nombre que gozar de las riquezas del mundo.

Señor, ayúdeme a estimar más el buen nombre que las riquezas. Soy muy fácilmente vencido por la envida al ver cómo otros prosperan, pero parece que yo estoy estancado. Y me frustro al ver cómo se me escapan de las manos varias oportunidades por preferir terminar primero con el trabajo que usted me ha llamado a hacer. Le pido que me ayude a recordar que ningún sacrificio es en vano en usted, y que puedo depender en usted para cuestiones sobre mi futuro. Ayúdeme a concentrarme en lo que me ha llamado a hacer, sin distraerme con deseos mundanales. Así, puedo yo darle gloria a usted a través de ganar un buen nombre como siervo fiel de su evangelio.

Una palabra: Estima el buen nombre sobre las riquezas.

Busca la rectitud y el amor

Busca la rectitud y el amor

Proverbios 21:20-31

El que sigue la justicia y la misericordia hallará la vida, la justicia y la honra.

Proverbio 21:21

La palabra de hoy nos llama a seguir la justicia y la misericordia. Estas dos son atributos de Dios que se reflejan en nosotros, pues fuimos hechos a su imagen. Por lo tanto, podemos entender que seguir la justicia y la misericordia son parte del propósito de nuestras vidas.

La justicia (צְדָקָה) es un término legal. No se refiere a una justicia moral de las personas, sino que se usa en el contexto de un rey o un juez que imparte justicia. Por lo tanto, en este contexto, la justicia se refiere a cumplir con la ley de Dios. Entonces ¿qué significado tiene para nosotros? Ciertamente en el tiempo de Salomón, y todo el Antiguo Testamento, tenía gran significado. Los judíos vivían bajo la ley de Dios, el antiguo pacto. Sin embargo, nosotros somos partícipes del nuevo pacto. ¿Significa que esta exhortación es obsoleta para nosotros? De ninguna manera. Si bien, nosotros no vivimos bajo la ley del antiguo pacto, no quiere decir que vivimos sin ninguna ley. La Biblia no nos enseña a que vivamos en anarquía. Aunque no vivimos atados a las leyes antiguas, la ley del Antiguo Testamento nos enseña los principios que Dios busca en su pueblo. Si nosotros somos pueblo de Dios, entonces debemos seguir los principios de la ley de Dios. Aunque no ofrecemos sacrificios de animales cada mañana, ofrecemos a Dios nuestro tiempo de devoción a través del Pan Diario y la lectura de la Biblia. No seguimos la ley de ofrecer animales por nuestros pecados, pero oramos para reconocer nuestros pecados, arrepentirnos, recibir perdón, y tener comunión con nuestro Padre celestial. Así, debemos comprender el principio de cada una de las leyes de Dios y vivir conforme a este deseo de Dios quien dio la ley.

La misericordia (חֶ֫סֶד) proviene del hebreo “hesed”. Y esta es una de esas palabras difíciles de traducir porque su connotación es vasta. Hesed se refiere a un amor fiel y santo. Por eso NVI traduce esta palabra en este pasaje como “amor” (y por eso el título del Pan Diario de hoy es “rectitud y amor”, siguiendo NVI, y no “justicia y misericordia” como dice en RVR1960), mientras que LBLA lo interpreta como “lealtad”. Interesantemente, la RVA2015 (Reina-Valera Actualizada 2015) lo traduce como “bondad”. Ninguna de estas traducciones es mejor que la otra, porque hesed abarca todos significados. Más bien, nos enseña a entender mejor lo profundo que es el hebreo cuando usa hesed. Vivir siguiendo esta clase de misericordia nos enseña a que debemos imitar el amor de Dios en nuestras vidas. Debemos de cuidar y preocuparnos de nuestros hermanos en Cristo. Debemos ser serviciales hacia los demás. Nosotros debemos tomar la iniciativa de perdonar a otros y buscar la reconciliación. Entre otras características que Dios nos muestra en su misericordia hacia nosotros.

Dios, en su justicia y su misericordia, nos envió a nuestro Señor Jesucristo para que sea el camino de nuestra salvación y reconciliación con Dios. La cruz de nuestro Señor es expiación de pecados y propiciación para con Dios. Cuando conocemos esta justicia y misericordia de Dios, ¿no se llena nuestro interior de gozo y agradecimiento? ¿No brota de nosotros el deseo de alabar a Dios? ¿No surge en nosotros el deseo de que otros también conozcan de Dios?

Así, Salomón nos enseña que quienes viven siguiendo la justicia y la misericordia de Dios tienen la victoria final en esta vida. Los impíos, insolentes, codiciosos, perezosos, mentirosos se dirigen hacia la destrucción. Son como soldados que alistan sus caballos para el día de batalla, porque por un tiempo pareciera que prosperan en este mundo y están listos para cualquier adversidad que venga. Por eso muchos buscan enriquecerse, y lo hacen a través de engañar, sobornar, y pisotear, de acuerdo con su interés personal. Sin embargo, Salomón reconoce que la victoria está en manos de Jehová. Dios es quien tiene la última palabra. Por lo tanto, como Dios es justo y misericordioso, dará vida, justicia, y honra a quienes viven conforme a la justicia y la misericordia de Dios.

El Pan Diario de hoy señala que hay varios objetivos en la vida, como una buena educación, el honor, el dinero, cuidar de la familia, la popularidad, entre otros. Estas cosas no son necesariamente malas, sino que, desde la perspectiva correcta, son parte del desarrollo humano como mayordomos que somos de la creación de Dios. Sin embargo, como el Pan Diario lo menciona, no pueden, y no deben, ser el propósito de nuestras vidas. Nosotros fuimos creados a imagen de Dios. Por lo tanto, el propósito de nuestras vidas es vivir una vida santa glorificando a Dios.

Esta palabra me hace reflexionar sobre qué es lo que estoy haciendo en mi vida. Muchas veces me justifico diciendo que lo que hago es con un propósito piadoso. Estudiar el doctorado en teología no tiene mucha gloria en el mundo. Cuando uno dice que es doctor, refiriéndose a ser médico, las personas le respetan, y con todo mérito. Cuando uno dice que es doctor en alguna ciencia, como física o química, las personas le reconocen como una persona muy inteligente. Pero cuando uno dice que es doctor en teología, muchos tienen cara de que no entienden qué necesidad hay de estudiar hasta un doctorado. También, ser estudiante a mi edad tiene muchos retos. Es un tiempo en que debería ser productivo. Debería ganar mi dinero para sostener a mi familia, y si es posible, estar apoyando a mis padres. En cambio, sigo recibiendo ayuda económica, pues no recibo un salario por estudiar. Así, me justifico diciendo que lo que hago es algo que el mundo no comprende, pero Dios es mi consolador. Sin embargo, ¿es solamente mi justificación o lo hago con sinceridad de mi corazón? Esto es algo en lo que constantemente medito y oro porque sea de la sinceridad de mi corazón. Que estudie, no por vanagloria propia, sino precisamente para poder seguir el camino de la justicia y la misericordia de Dios, y pueda guiar a otros a seguir la justicia y la misericordia. Y que, de esta manera, podamos gozar la vida verdadera que hay en Dios.

Señor, cuide mi corazón para no ser engañado por el mundo. Ayúdeme a no ser orgulloso, ni mentiroso, ni codicioso, sino que viva rectamente delante de usted. Le pido que me bendiga para que mis estudios puedan ser para gloria de su nombre, para edificación de mis hermanos en Cristo, y para alcanzar a almas que no le conocen.

Una palabra: Sigue la justicia y la misericordia.