Alegría

Proverbios 10:19-32

La esperanza de los justos es alegría; Mas la esperanza de los impíos perecerá.

Proverbios 10:28

Aristóteles entendió correctamente que el deseo más grande los hombres es ser felices.[1] En su tratado de ética, Ética nicomáquea, Aristóteles estudia profundamente sobre el estado del ser humano. Por su puesto, siendo que Aristóteles no conocía a Dios, su conclusión es que la felicidad es relativo a la persona. No podía llegar a una conclusión más profunda porque no tenía un conocimiento de qué es la felicidad verdadera. Muchos años después, en la Edad Media, Tomás de Aquino retomaría esta idea de Aristóteles y la completaría. Tomás, siendo un hombre de Dios y un académico muy serio, pudo entender que la verdadera felicidad viene de Dios. Y siendo Tomás un gran admirador de Aristóteles escribe, en su opus magna que conocemos como Summa Theologiae, que Aristóteles era un verdadero buscador de la verdad, pero lo único que le faltó fue conocer a Dios. Aristóteles y Tomás tienen razón al decir que el deseo más grande de los hombres es ser felices. La cuestión es ¿cómo podemos ser felices?

El mundo ofrece muchas cosas. Hay momentos en que el mundo parece más atractivo. Parece que los hombres incrédulos pecan y no hay consecuencias de sus acciones. Solamente se ven consecuencias de pecados muy graves, pero los pecados pequeños parecen pasar desapercibidos. Por lo tanto, ¿por qué no gozar de esos pequeños pecaditos? Una mentirita no mata a nadie. Tomar alcohol con los amigos, mientras se haga con moderación y responsablemente, ayuda a pasar un buen rato. En el mundo de los negocios, una trampita aquí o allá no es nada grave; todos los negocios lo hacen. Así, negociamos pequeños pecaditos. Pero Salomón enseña que, tarde o temprano, esos pecaditos llevan a las personas a la destrucción.

Por otro lado, la sabiduría y la prudencia parecen, a veces, como aburridos. Siempre es más divertido ver una película o jugar videojuegos que estudiar. O tal vez, a quien le gusta leer, es más divertido un libro de ficción o comics que leer un libro de historia o un libro de teología.[2] Es bueno tener un tiempo de recreación. No fuimos creados para trabajar intensamente todos los días, todo el tiempo. Pero los sabios y prudentes conocen administrar su tiempo y, con el tiempo, ven el fruto de su trabajo. Hay veces que el fruto de su trabajo no se verá en esta tierra. Los mártires, por ejemplo, sufrieron hasta el final, y el incrédulo podrá pensar que la vida de los mártires fue vana, pues no gozaron del mundo y murieron sin disfrutar de anda. Pero la realidad es que los justos tenemos un gozo que el mundo no conoce. Este gozo es dado por Dios en Jesucristo por medio del Espíritu Santo. Aunque sufrimos externamente, nadie puede quitarnos la felicidad de vivir con una relación personal con nuestro Padre celestial. Por eso es que los romanos vieron cómo los cristianos cantaban himnos de alegría aún cuando sus cuerpos eran destruidos por fieras o por fuego. Muchos los tomaron de locos. Pero nosotros los admiramos, no tanto por su sufrimiento, sino por cómo experimentaron el gozo de guardar el evangelio fielmente hasta el final aún en medio de la tribulación.

Así, Salomón enseña que ciertamente los justos tienen esperanza en la alegría, mientras los impíos perecerán. Los justos sentirán gran alegría de poder ver el fruto de su trabajo y de sus buenas decisiones. Pero los impíos van a sufrir al ver la vida vana y vacía a la que han ido. Los impíos pensaron que esa vida llena de diversiones en el mundo los llevaría a la felicidad. El dinero es en especial el medio que buscan para llegar a la felicidad. Las personas están dispuestas a engañar, mentir, traicionar, e incluso matar por dinero. Esto es porque, aunque saben que el dinero no compra la felicidad, es un medio para llegar a la felicidad. Para quien define la felicidad como viajar por el mundo, necesita dinero para los viajes. Quien encuentra la felicidad en el alcohol y las drogas, necesita dinero para comprarlos. Lo que no se dan cuenta es que ese esfuerzo por ganar dinero los lleva a perder sus vidas.

Pero ¿cómo podemos ser sabios y prudentes para recibir la alegría? El tema de Proverbios es que encontramos la sabiduría solamente en Dios. Solamente cuando escuchamos su voz y obedecemos a sus mandamientos podemos ser verdaderamente felices. Y es que nuestra esperanza está solamente en Dios. En el mundo no hay esperanza. Lo único que este mundo caído ofrece con seguridad es la muerte. La felicidad que el mundo ofrece es efímera. Solamente en Dios tenemos verdadera esperanza porque en él está la vida eterna. Como originalmente fuimos creados para glorificarle y vivir delante, solamente cuando cumplimos el propósito de nuestro ser es que podemos ser verdaderamente felices.

Albert Mohler, en su libro No podemos callar, dice que no podemos ser optimistas con el mundo, pero podemos tener esperanza en Dios. Ser optimista significa que podemos ver alguna señal de que las cosas van por buen camino. Sin embargo, cuando vemos el mundo, las cosas van de mal en peor. Pero podemos tener esperanza en Dios. Tener esperanza es fijar nuestra mirada en algo más allá de lo evidente. Aunque no podemos ver el reino de Dios con nuestros ojos, a través de la Biblia y el Espíritu Santo que mora en nosotros, podemos saber que Dios tiene preparado el paraíso para todos aquellos que viven con temor santo a él.

Señor, gracias porque vino a este mundo a dar su vida por nosotros, y a través del perdón de pecados mediante su sangre, nos abrió el camino para entrar en el reino de Dios. Oro por todos sus siervos en todas partes del mundo pidiendo que nos de sabiduría y prudencia. Ayúdenos a no caer en las tentaciones del mundo. Aunque el mundo parece atractivo y muchas veces el pecado parece inofensivo, sabemos que el final de los impíos es la destrucción. Denos sabiduría a través del Espíritu Santo, y que así podamos vivir en este mundo glorificando su nombre teniendo nuestra esperanza en el reino glorioso que nos tiene preparados. Ciertamente la esperanza de los justos es la alegría.

Señor, todos queremos ser felices. Oramos que usted more en nosotros y podamos experimentar el gozo de conocerle, porque solamente a través de usted es que podemos ir nosotros al Padre. Usted, Señor, es la fuente de la felicidad verdadera.

Una palabra: El gozo es dado por Dios en Jesucristo por medio del Espíritu Santo.


[1] Yo uso “alegría”, “felicidad”, y “gozo” indiferentemente. Hay quienes hacen una diferencia entre “felicidad” y “gozo”, “felicidad” es una emoción momentánea y “gozo” es un estado en el interior de la persona. No sé con qué igualarían “alegría”. Aunque esta diferenciación entre “felicidad” y “gozo” puede ser válida, es una evolución moderna. En la antigüedad, “felicidad” y “gozo” eran sinónimos, y así es como lo usan los autores bíblicos desde Génesis hasta Apocalipsis. Tengo un debate interno entre si debiera adoptar los conceptos modernos de “felicidad” y “gozo” o no. Ciertamente el lenguaje evoluciona, pero no significa que uno debe aceptar la evolución de lenguaje arbitraria o simplemente por moda. Mientras tomo una decisión, mi uso de estas palabras son sinónimos, así como se usaba originalmente.

[2] Por su puesto, son solo ejemplos. Siempre habrá quien disfrute de libros que a otros les parezca aburridos. Pero aún a quien le gusta leer libros densos debe reconocer que hay otras cosas que pueden parecer más divertidos qué hacer.

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