Babilonia será capturada

Jeremías 50:1-20

En aquellos días y en aquel tiempo, dice Jehová, la maldad de Israel será buscada, y no aparecerá; y los pecados de Judá, y no se hallarán; porque perdonaré a los que yo hubiere dejado.

Jeremías 50:20

Hemos estudiado hasta ahora cómo Dios usó a Babilonia para juzgar a las naciones que continuamente molestaron a Israel y a Judá, y se burlaron del nombre de Dios. Sin embargo, el que Dios haya usado a Babilonia tampoco quería decir que ésta fuera libre de pecado. A través del juicio de Dios sobre Babilonia, Dios muestra que él tiene misericordia con los que él tiene misericordia. Dios es fiel, nunca cambia, y por eso, aunque castiga un tiempo a Israel, le perdonará. Así, Dios muestra que, cuando él perdona, limpia totalmente y se olvida de los pecados pasados.

Una característica para notar en la actitud de Babilonia es que ellos dijeron: “No pecaremos, porque ellos pecaron contra Jehová morada de justicia, y contra Jehová esperanza de sus padres” (7). Babilonia conocía de las profecías de Dios en contra de Israel y de Judá por causa de su desobediencia. Vimos anteriormente que Nabucodonosor ordenó a Nabuzaradán, el capitán de la guardia, a que lo cuidara y le hiciera bien porque conocía sobre lo que Jeremías había profetizado con respecto a Babilonia (39:11-14). Esto pareciera que el rey de Babilonia, sin honrar a Jehová Dios, le agradó saber que sería el conquistador. Y pensó que, si es cierto que Jehová Dios castigó a su pueblo usando a Babilonia, Babilonia sería libre de pecado. Sin embargo, el pecado es pecado. Dios no pasa por alto el pecado de nadie. Dios cumple su voluntad a pesar del pecado y la maldad de los hombres. Pero esto no quiere decir que Dios se tapará los ojos ante el pecado de quien él utilizó para cumplir su voluntad. Dios es Dios justo y verdadero. Por lo tanto, no puede permitir que la maldad pase sin ser castigada.

¿Cómo es, entonces, que Dios perdona el pecado de los hombres? Para perdonar el pecado de los hombres, Dios envió a su Hijo Unigénito para que tomara nuestro lugar. Dios, en su gran sabiduría, abrió el camino para que los hombres pudiéramos ser salvaos y que, al mismo tiempo, sea satisfecha la justicia de Dios. De otra forma, Dios sería un Dios injusto. Por eso es por lo que la salvación es solamente por gracia a través de la fe en nuestro Señor Jesucristo. No hay otra manera en la que nosotros pudiéramos ser salvos.

Ahora, surge otra pregunta ¿es Israel libre de pecado en algún momento? Cuando estudiamos el Antiguo Testamento vemos que no hay momento en que Israel sea libre de pecado. Después del profeta Malaquías hay 400 años en los que Dios dejó de enviar profetas a Israel. Esto definitivamente no es porque Israel esté libre de pecado. Al contrario, es porque Dios abandonó a su pueblo por causa de su incredulidad y su desobediencia. En Ezequiel 10, el profeta tiene una visión lamentable. Él ve que la gloria de Dios abandona el templo. Dios dejó de habitar entre el pueblo étnico de Israel.

Entonces ¿cómo se cumple esta palabra que dice que no se hallará maldad en Israel ni pecado en Jacob? Esto es porque el pueblo de Israel era un tipo de Cristo en el Antiguo Testamento. Israel era solamente una figura del verdadero Israel que había de venir. El verdadero Israel, el primogénito de Dios, es nuestro Señor Jesús. En Jesús se cumplieron todas las promesas del Antiguo Testamento. Y, como el Señor era totalmente humano, pero sin pecado, se cumple esta promesa de que no se halló maldad en Israel ni pecado en Judá.

La iglesia es el cuerpo de Cristo, donde Cristo es la cabeza. La iglesia, entonces, es también el verdadero Israel. Pero la iglesia no es Israel porque es el pueblo de Dios. Es cierto que somos el pueblo de Dios. Sin embargo, solamente llegamos a ser Israel porque somos unidos a Cristo a través del Espíritu Santo que mora en nosotros. Entonces, si la iglesia es verdaderamente Israel, significa que en nosotros tampoco es hallado ni maldad ni pecado. ¿Cómo es esto? Esto es porque somos justificados por medio de la sangre de nuestro Señor Jesucristo. Nuestra justificación es imputada, porque no había nada que nosotros pudiéramos hacer para ser salvos. Somos salvos solamente por gracia por medio de la fe en nuestro Señor Jesucristo.

Gracias, Señor, porque usted murió en la cruz en mi lugar. Gracias, Señor, porque usted es Dios justo que castiga el pecado, pero es Dios amoroso y misericordioso que abrió un camino para que pueda ser perdonado. A través de su muerte y su resurrección, usted me dio nueva vida y esperanza verdadera. Aunque yo merecía solamente el castigo y la destrucción por causa de mis pecados, sé que, si voy a usted con un corazón contrito confesando mis pecados, usted me recibe y me perdona. Cuando usted me perdona, mi maldad y mis pecados no se hallan más. Su perdón es total y verdadero. Señor, ayúdeme a recordar esta gracia que he recibido para que, cuando caiga en pecado, pueda volver a usted, y, cuando estoy en tentación, pueda vencer la tentación recordando su amor hacia mi vida.

Una palabra: Soy salvo solamente por gracia por medio de la fe en mi Señor Jesucristo.

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