Busca la rectitud y el amor
Proverbios 21:20-31
El que sigue la justicia y la misericordia hallará la vida, la justicia y la honra.
Proverbio 21:21
La palabra de hoy nos llama a seguir la justicia y la misericordia. Estas dos son atributos de Dios que se reflejan en nosotros, pues fuimos hechos a su imagen. Por lo tanto, podemos entender que seguir la justicia y la misericordia son parte del propósito de nuestras vidas.
La justicia (צְדָקָה) es un término legal. No se refiere a una justicia moral de las personas, sino que se usa en el contexto de un rey o un juez que imparte justicia. Por lo tanto, en este contexto, la justicia se refiere a cumplir con la ley de Dios. Entonces ¿qué significado tiene para nosotros? Ciertamente en el tiempo de Salomón, y todo el Antiguo Testamento, tenía gran significado. Los judíos vivían bajo la ley de Dios, el antiguo pacto. Sin embargo, nosotros somos partícipes del nuevo pacto. ¿Significa que esta exhortación es obsoleta para nosotros? De ninguna manera. Si bien, nosotros no vivimos bajo la ley del antiguo pacto, no quiere decir que vivimos sin ninguna ley. La Biblia no nos enseña a que vivamos en anarquía. Aunque no vivimos atados a las leyes antiguas, la ley del Antiguo Testamento nos enseña los principios que Dios busca en su pueblo. Si nosotros somos pueblo de Dios, entonces debemos seguir los principios de la ley de Dios. Aunque no ofrecemos sacrificios de animales cada mañana, ofrecemos a Dios nuestro tiempo de devoción a través del Pan Diario y la lectura de la Biblia. No seguimos la ley de ofrecer animales por nuestros pecados, pero oramos para reconocer nuestros pecados, arrepentirnos, recibir perdón, y tener comunión con nuestro Padre celestial. Así, debemos comprender el principio de cada una de las leyes de Dios y vivir conforme a este deseo de Dios quien dio la ley.
La misericordia (חֶ֫סֶד) proviene del hebreo “hesed”. Y esta es una de esas palabras difíciles de traducir porque su connotación es vasta. Hesed se refiere a un amor fiel y santo. Por eso NVI traduce esta palabra en este pasaje como “amor” (y por eso el título del Pan Diario de hoy es “rectitud y amor”, siguiendo NVI, y no “justicia y misericordia” como dice en RVR1960), mientras que LBLA lo interpreta como “lealtad”. Interesantemente, la RVA2015 (Reina-Valera Actualizada 2015) lo traduce como “bondad”. Ninguna de estas traducciones es mejor que la otra, porque hesed abarca todos significados. Más bien, nos enseña a entender mejor lo profundo que es el hebreo cuando usa hesed. Vivir siguiendo esta clase de misericordia nos enseña a que debemos imitar el amor de Dios en nuestras vidas. Debemos de cuidar y preocuparnos de nuestros hermanos en Cristo. Debemos ser serviciales hacia los demás. Nosotros debemos tomar la iniciativa de perdonar a otros y buscar la reconciliación. Entre otras características que Dios nos muestra en su misericordia hacia nosotros.
Dios, en su justicia y su misericordia, nos envió a nuestro Señor Jesucristo para que sea el camino de nuestra salvación y reconciliación con Dios. La cruz de nuestro Señor es expiación de pecados y propiciación para con Dios. Cuando conocemos esta justicia y misericordia de Dios, ¿no se llena nuestro interior de gozo y agradecimiento? ¿No brota de nosotros el deseo de alabar a Dios? ¿No surge en nosotros el deseo de que otros también conozcan de Dios?
Así, Salomón nos enseña que quienes viven siguiendo la justicia y la misericordia de Dios tienen la victoria final en esta vida. Los impíos, insolentes, codiciosos, perezosos, mentirosos se dirigen hacia la destrucción. Son como soldados que alistan sus caballos para el día de batalla, porque por un tiempo pareciera que prosperan en este mundo y están listos para cualquier adversidad que venga. Por eso muchos buscan enriquecerse, y lo hacen a través de engañar, sobornar, y pisotear, de acuerdo con su interés personal. Sin embargo, Salomón reconoce que la victoria está en manos de Jehová. Dios es quien tiene la última palabra. Por lo tanto, como Dios es justo y misericordioso, dará vida, justicia, y honra a quienes viven conforme a la justicia y la misericordia de Dios.
El Pan Diario de hoy señala que hay varios objetivos en la vida, como una buena educación, el honor, el dinero, cuidar de la familia, la popularidad, entre otros. Estas cosas no son necesariamente malas, sino que, desde la perspectiva correcta, son parte del desarrollo humano como mayordomos que somos de la creación de Dios. Sin embargo, como el Pan Diario lo menciona, no pueden, y no deben, ser el propósito de nuestras vidas. Nosotros fuimos creados a imagen de Dios. Por lo tanto, el propósito de nuestras vidas es vivir una vida santa glorificando a Dios.
Esta palabra me hace reflexionar sobre qué es lo que estoy haciendo en mi vida. Muchas veces me justifico diciendo que lo que hago es con un propósito piadoso. Estudiar el doctorado en teología no tiene mucha gloria en el mundo. Cuando uno dice que es doctor, refiriéndose a ser médico, las personas le respetan, y con todo mérito. Cuando uno dice que es doctor en alguna ciencia, como física o química, las personas le reconocen como una persona muy inteligente. Pero cuando uno dice que es doctor en teología, muchos tienen cara de que no entienden qué necesidad hay de estudiar hasta un doctorado. También, ser estudiante a mi edad tiene muchos retos. Es un tiempo en que debería ser productivo. Debería ganar mi dinero para sostener a mi familia, y si es posible, estar apoyando a mis padres. En cambio, sigo recibiendo ayuda económica, pues no recibo un salario por estudiar. Así, me justifico diciendo que lo que hago es algo que el mundo no comprende, pero Dios es mi consolador. Sin embargo, ¿es solamente mi justificación o lo hago con sinceridad de mi corazón? Esto es algo en lo que constantemente medito y oro porque sea de la sinceridad de mi corazón. Que estudie, no por vanagloria propia, sino precisamente para poder seguir el camino de la justicia y la misericordia de Dios, y pueda guiar a otros a seguir la justicia y la misericordia. Y que, de esta manera, podamos gozar la vida verdadera que hay en Dios.
Señor, cuide mi corazón para no ser engañado por el mundo. Ayúdeme a no ser orgulloso, ni mentiroso, ni codicioso, sino que viva rectamente delante de usted. Le pido que me bendiga para que mis estudios puedan ser para gloria de su nombre, para edificación de mis hermanos en Cristo, y para alcanzar a almas que no le conocen.
Una palabra: Sigue la justicia y la misericordia.