Grito de alegría

Salmo 100:1-5

          Reconoced que Jehová es Dios; El nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado.

Salmo 100:3

Recuerdo una historia de cuando estaba en la secundaria. Un hombre fue con un grupo a cazar a África. El hombre tenía un siervo al que le apodaban “Gracias-a-Dios” porque por todo decía: “Gracias a Dios”. Un día que salieron a cazar un león se apareció. Todos salieron corriendo del susto. El hombre también salió corriendo, y del susto soltó su rifle, el cual se disparó e hirió el pie de Gracias-a-Dios. Pero el hombre siguió corriendo, dejando a su siervo atrás. Por varios días el hombre estuvo triste, preocupado, y apenado por dejar a su siervo a la merced del león. Todos los días enviaba a otros siervos a que buscaran a Gracias-a-Dios, pero nadie lo hallaba. Cuando estaba por cumplirse una semana, uno de los vigilantes gritó que una persona venía al campamento. Cuando salieron a ver quién era, era nada más ni nada menos Gracias-a-Dios. Estaba caminando, cojeando, pero su herida había sido tratada. Todos le preguntaron cómo estaba y cómo era que había regresado al campamento. Gracias-a-Dios les dijo: “¡Gracias a Dios! Él me acompañó y me bendijo todo el tiempo”. El hombre, el señor de Gracias-a-Dios, le preguntó: “Pero ¿cómo? Me alegra mucho que estés bien, pero ¿qué fue lo que pasó?” Gracias-a-Dios explicó: “Gracias a Dios. Cuando el león nos tomó por sorpresa, y tenía mi pie herido, gracias a Dios salieron nativos que ahuyentaron al león”. “Oh ¡Gracias a Dios!” exclamaron todos lo que lo estaban escuchando. Y Gracias-a-Dios continuó: “Pero resulta que esos hombres eran caníbales.” “¡Oh no!” se angustiaron. El señor le dijo: “¿Y cómo escapaste de ellos? ¿Y cómo es que tu pie está tratado?” Gracias-a-Dios siguió contando su historia: “¡Gracias a Dios usted me disparó en el pie!” Todos estaban confundidos. “Esos caníbales solamente comen humanos sin ningún tipo de heridas. Así que, cuando vieron mi herida, no me mataron. Al contrario, gracias a Dios, me curaron la herida y cuando pude caminar un poco me dejaron ir. Así, gracias a Dios, he llegado aquí sano y salvo. De no haber sido porque mi señor me disparó en el pie, quién sabe si el león me hubiera alcanzado y devorado, o si los caníbales habrían salido, y al ver que estaba sano, me hubieran comido. ¡Todo fue gracias a Dios!”.

En la palabra de hoy, el salmista invita a todos a cantar con alegría a Dios con actitud de gracias. Este salmo declara quién es Dios. Él es Dios creador, y es el pastor de su pueblo. Muchas culturas del antiguo medio oriente consideraban que los reyes buenos era pastores para su pueblo. Ser pastor para su pueblo significaba que les cuidaría de todo tipo de peligro, como lo hacen los pastores con sus ovejas. Por lo tanto, el pueblo podía descansar en paz sin ningún tipo de preocupación. También, los pastores no eran tiranos sino eran amables y amorosos con sus ovejas. Así, un rey-pastor era uno que gobernaba con bondad y buscando siempre el beneficio de su pueblo. El salmista les recuerda a las personas que Dios es esta clase de rey.

Dios es nuestro buen pastor. Jesús mismo lo declaró, diciendo: “Yo soy el buen pastor” (Jn 10:14). Él conoce a sus ovejas y sus ovejas le conocen a él. Y conocemos que nuestro Señor es el buen pastor porque él dio su propia vida para salvar las nuestras. ¿Por qué daría su vida por nosotros si no es para asegurarnos paz y gozo verdaderos?

Probablemente este salmo se cantaba al momento de entrar en el templo (4). Quienes van a la presencia de Dios deben tener una actitud de gratitud y alabanza a Dios. Sí, muchas veces tenemos dificultades en nuestras vidas y queremos contarle a Dios sobre nuestros problemas. Esto es totalmente justificado, porque Dios quiere que vayamos a él en oración en todo momento. Pero también quiere que tengamos una actitud de alabanza y gratitud ante él. Cuando estudiamos la Oración del Señor, esta oración es una plantilla, un modelo, de nuestras oraciones. El Señor enseñó que primero reconozcamos quién es Dios (nuestro Padre que está en los cielos), luego que le alabemos (santificar el nombre de Dios y buscar su voluntad), y después pedir por nuestras necesidades (que nos de el pan de cada día, nos perdone nuestros pecados, y nos libre del mal), y cerramos nuevamente con alabanza a Dios (de Dios es el reino, el poder, y la gloria para siempre).[1]

El salmo termina con una nueva alabanza a Dios. Él es bueno, y su misericordia y verdad son eternas. Aquí, la palabra “misericordia” es jesed en hebreo. Esta palabra, jesed, es una palabra complicada de traducir. Se tradujo como “misericordia” porque había que traducirlo de alguna manera. Pero si miramos otras traducciones, dicen: “gran amor” (NBV, NVI), “amor inagotable” (NTV), “amor” (DHH, TLA), “fiel amor” (PDT), “bondad” (BLP). Ponga todas estas ideas en una palabra y obtendrá jesed. El que el jesed de Dios sea para siempre es de gran bendición para nosotros. Por cause del jesed de Dios es que nos envió a nuestro Señor Jesucristo para que tomara nuestro lugar en la cruz y nosotros pudiéramos ser salvos. En toda situación debemos alabar a Dios y dar gracias a Dios. Este es uno de los temas importantes de la Biblia.

Señor, muchas veces olvido alabar su nombre y glorificarle porque solamente estoy pensando en mis propios problemas y en mis necesidades. Gracias por darme esta palabra el día de hoy. Me hace recordar que mi corazón debe estar lleno de alabanza y agradecimiento a su nombre antes que cualquier cosa, y terminar con alabanza y agradecimiento por su eterno amor misericordioso.

En este tiempo del Día de Acción de Gracias en EUA, oro, Señor, que me ayude a meditar en la gracia de su amor con una actitud humilde y de agradecimiento. Quiero glorificarle a usted todos los días de mi vida.

Una palabra: Tener siempre actitud de alabanza y agradecimiento a Dios.


[1] Es cierto que Lucas no lo dice, y que, en Mateo, el texto: “porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén” no se encuentra en todas las copias encontradas. Si esta frase no es parte del texto original, yo no lo sé. Tal vez los descubrimientos de las copias hasta ahora encontradas así parecen indicarlo. Pero existe la posibilidad de que en el futuro se encuentren otro conjunto de copias que indiquen lo contrario. Mientras que son peras o son manzanas, lo que sé es que el quitar esta frase no afecta teológicamente la enseñanza de Jesús; y agregarla solamente da más soporte. Tradicionalmente se ha tomado como como parte de la oración del Señor, y si fuera que esta frase no es parte del texto original, tampoco me parece erróneo que terminemos nuestras oraciones siempre glorificando a Dios.

Jesús fue juzgado y condenado por mi

Lucas 23:1-25

y les soltó a aquel que había sido echado en la cárcel por sedición y homicidio, a quien habían pedido; y entregó a Jesús a la voluntad de ellos.

Lucas 23:25

Señor, ¿hasta dónde soportará el pecado de los hombres? Porque muchas veces cuando peco, no peco poquito, sino que fácilmente me dejo llevar por mis deseos pecaminosos. Señor, si bien no he llegado a cometer crímenes, pecado es pecado delante de usted.

Jesús fue sentenciado rápidamente por el sanedrín. Ellos habían acordado de qué acusar a Jesús la noche anterior en un juicio ilegal. En la mañana simplemente le dieron formalidad para poder entregarlo a las autoridades romanas. Así, Jesús fue entregado a Pilato, quien era gobernador de Judea en aquel tiempo. Pero Pilato, después de interrogar a Jesús, no encontró ninguna culpa. Entonces, al saber que Jesús era galileo y que Herodes estaba en Jerusalén en aquel tiempo, Pilato envió a Jesús a Herodes. Nos dice Lucas que Herodes llevaba tiempo queriendo ver a Jesús. Por su puesto, él no estaba interesado en quién era Jesús, sino que quería ver algún milagro. En otras palabras, Herodes vio a Jesús como si fuera un mago de circo. Pero como no pudo sacarle nada a Jesús, lo envió de vuelta a Pilato. Así, Pilato concluyó que Jesús era inocente. Esto lo sabía desde la primera vez que lo interrogó. Él sabía que Jesus le había sido entregado solamente por los celos de los líderes religiosos.

Pilato no era un hombre tonto. Llegó a ser gobernador de Judea por roces con Roma, algo que él no quería; pero para nada era un hombre tonto. Y esto es importante para entender por qué Pilato quiso tanto negociar con los líderes religiosos. La manera de poder irse de Judea era a través de no crear un alboroto que pudiera seguir generando más asperezas con Roma. Por esta cobardía de Pilato, Jesús fue condenado a muerte. Sí, Pilato intentó soltara a Jesús a través de la tradición de soltar a un criminal durante la fiesta de la pascua. Generalmente la gente pedía caudillos; líderes de algún tipo de movimiento judío que hubiera sido arrestado por puros fines políticos. Pero en esta ocasión, la gente fue incitada a pedir a Barrabás. Éste, nos cuenta Lucas, era un conspirador y homicida.

Los líderes religiosos fallaron al no poder controlar sus celos contra Jesús. Y al no poder dominar su pecado, éste los llevó a conspirar a matar a un hombre inocente. Estuvieron dispuestos a violar todas las leyes que se suponía ellos protegían celosamente. Pero mostraron que lo que les importaba era su ego, no la ley de Dios.

Pilato falló al no poder proteger a un hombre inocente. Pilato, sabiendo la inocencia de Jesús, quiso pasar la responsabilidad a otros. Quiso ver si Herodes podía encontrar algo de qué acusar a Jesús. Quiso ver si podía negociar con los líderes religiosos ofreciéndoles que azotaría a Jesús, pero que aceptaran el dejarlo ir libremente. Aún intentó utilizar la costumbre de soltar a un criminal en las festividades nacionales. Pero nada le funcionó. No pudo ser defensor de la verdad, por lo que terminó siendo un esclavo de la injusticia.

El pueblo falló por no poder reconocer a su rey. Esta misma gente, la semana anterior, cuando Jesús entró a Jerusalén montado en un pollino, gritaron: “¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo, y gloria en las alturas!” Pero ahora se dejaron manipular por los líderes religiosos para gritar: “¡Crucifícale, crucifícale!” Esta gente tenía mentalidad de masas; fueron guiados por sus emociones y el tumulto de la gente. Por esto, ellos no pudieron ver quién era Jesús verdaderamente y honrarle como él se merecía.

Finalmente, Jesús fue tratado como un malhechor. Jesús fue rechazado por su propio pueblo, quien eligió a un homicida por encima de su rey. Pero esto era necesario para que toda la palabra de Dios fuera cumplida. Jesús tomó nuestro lugar, y esta fotografía muestra la gravedad del pecado. Cuando uno peca llega a ser el ser más vil. Pero para que nosotros no tengamos que sufrir esa humillación y todos los dolores que conlleva el pecado, Jesús se puso en nuestro lugar.

Señor, muchas veces soy como los líderes religiosos. Según yo soy un defensor de la palabra de Dios. Pero al enorgullecerme, caigo en muchos pecados, y es como si le estuviera maltratando a usted de manera ilegítima. Muchas veces soy como Pilato. Sé qué es lo correcto y qué es lo incorrecto, pero en lugar de armarme de valor y defender la verdad, caigo en cobardía y hago lo que es incorrecto. Muchas veces sé que mis pensamientos o mis deseos son pecado, y conscientemente debato conmigo; pero al no luchar con oración, termino negociando con mis deseos pecaminosos y sucumbo a su deseo. Muchas veces soy como el pueblo. Un día estoy alabando su nombre, y otro día estoy sumergido en mis deseos pecaminosos. ¡Y qué digo un día y otro día! ¡Muchas veces es de un minuto a otro!

Señor, tenga misericordia de mí. Le agradezco que haya venido al mundo para tomar mi lugar y sufrir todo lo que debía yo de sufrir. Por favor, perdone mi pecado y ayúdeme a vivir delante de usted. Quite de mí a mi actitud de líder religioso, de Pilato, y del pueblo, y pueda yo vivir rectamente para gloria de su nombre. Ayúdeme a luchar en oración como usted lo hizo, y que me mantenga firme en su palabra a través del poder y la guía del Espíritu Santo.

Una palabra: Gracias Señor por sufrir en mi lugar las humillaciones y dolores que causa el pecado.

El Hijo del Hombre se sentará a la diestra del poder de Dios

Lucas 22:54-71

Pero desde ahora el Hijo del Hombre se sentará a la diestra del poder de Dios.

Lucas 22:69

En la palabra de hoy podemos ver un contraste entre Pedro y Jesús. En Pedro podemos ver la vida del cristiano que se vive por su propio esfuerzo. En Jesús podemos ver la vida del creyente que depende en el Espíritu Santo y tiene puesta la esperanza en el reino de Dios.

Jesús había profetizado que Pedro le traicionaría. Durante la cena, el Señor le dijo que le negaría tres veces antes de que cantara el gallo. Pero Pedro no quiso aceptar esas palabras de Jesús, y dijo que estaba dispuesto a dar su vida por Jesús. Ese momento era tiempo para que Pedro meditara en las palabras de Jesús y orar para no caer en tentación. Mientras Jesús oró en Getsemaní, Pedro también debía de estar orando, pero se durmió. Así, llegó el tiempo de la prueba. Jesús fue llevado arrestado, y Pedro le siguió hasta la casa del sumo sacerdote. Mientras Jesús fue enjuiciado, Pedro estuvo en el patio de la casa esperando. Allí, tres personas identificaron a Pedro como discípulo de Jesús. Las tres veces Pedro lo negó. Y cuando todavía no había acabado de negar a Jesús la tercera vez, el gallo cantó. Y cuando sacaron a Jesús para llevar lo al concilio, el Señor miró a Pedro. Entonces Pedro se acordó de las palabras de Jesús y lloró amargamente.

Por otro lado, Jesús fue llevado al concilio para que fuera enjuiciado por el sanedrín. Toda la noche habían maltratado a Jesús golpeándole y burlándose de él. También, aunque Lucas no lo menciona, Mateo, Marcos y Juan nos dicen que los miembros del concilio se habían reunido en la casa del sumo sacerdote y estuvieron buscando falsos testigos para poder acusar a Jesús. Condenar a una persona durante la noche era ilegal de acuerdo con las leyes judías. Pero a ellos no les importó. Ellos no guardaban la ley de acuerdo con el espíritu de la ley, sino que usaban la ley de acuerdo con su propia conveniencia. Cuando Jesús estuvo delante del sanedrín en la mañana, la decisión ya estaba tomada y apresuraron el proceso de condenación. ¿Por qué se habría reunido el sanedrín en la mañana si ya se habían juntado en la noche y sentenciado a Jesús? Solamente fue un espectáculo para legitimar sus acciones.

¿Qué hizo Jesús mientras estos hombres injustos le maltrataban? Jesús no se defendió a sí mismo. Cada uno de los evangelios nos muestran solamente una o dos cosas que Jesús les respondió. Considerando las horas que pasó siendo enjuiciado, podemos decir que Jesús no dijo nada. Lucas nos muestra la respuesta de Jesús cuando le preguntaron si él era el Cristo. Jesús no negó que fuera el Cristo. Al contrario, aunque él sabía que los sacerdotes no creían en su palabra, ni tampoco creerían, aunque les diera una evidencia tajante, de todos modos, les habló con toda claridad la verdad de su ser. Jesús sabía que ese día moriría. Por esto les adelanta que ascenderá al cielo y se sentará a la diestra de Dios. Esto nos lleva a entender que Jesús moriría, pero también resucitaría para luego ascender. Como Jesús había enseñado, Dios no es Dios de muertos sino de vivos.

¿Es esto algo que Jesús podía decir por ser Dios el Hijo? En parte sí, pero mayormente no. En parte sí, porque a lo largo de la vida de Jesús podemos ver que él tenía conciencia de su naturaleza divina. Sus declaraciones como su respuesta a María cuando a los doce años Jesús se quedó en el templo, y que nadie conoce al Padre sino por el Hijo muestra que él sabía bien que era el Hijo de Dios. Jesús hizo obras que ningún hombre podía hacer, como el perdonar pecados y dar autoridad a Pedro de caminar sobre el agua, o que las aguas y el viento le obedecieran. Pero también, Jesús era totalmente humano. Su naturaleza humana era igual que nosotros, pero sin pecado. Y esa cláusula de “sin pecado” no se atribuye a su divinidad, sino que se atribuye a que él es el postrer Adán. Y como Adán fue creado sin pecado, la naturaleza original del hombre era sin pecado. De esta manera, Jesús vino al mundo con la naturaleza original, ante caída, que era sin pecado. Entonces, ¿cómo resistió las tentaciones y las dificultades? Porque Jesús fue lleno del Espíritu Santo. Él es nuestro ejemplo para seguir, porque teniendo las mismas condiciones que nosotros como ser humano, venció al mundo a través de depender en el Espíritu Santo. Quien quiera que siga el ejemplo de Jesús, él también prometió que podrán hacer obras iguales o más grandes que él; aunque no debemos clavarnos en esto último, pues es conforme a su plan en cada uno de sus electos.

Muchas veces pienso que puedo hacer las cosas por mi propia fuerza y olvido depender en la oración. Como Pedro, estoy siempre dispuesto a dar mi vida por mi Señor, pero solamente en mi cabeza. Como olvido meditar en la palabra y orar, muchas veces soy vencido por las tentaciones. Me dejo llevar muy fácilmente por mis deseos de comodidad o de envida. Me dejo vencer ante vanas distracciones dejando a un lado lo que debo de hacer. Y, como Pedro, cuando veo todas estas cosas que hice, o que dejé de hacer, me entristezco amargamente. Lucas no nos menciona el restablecimiento de Pedro, pero Juan sí lo hace. Por causa de esta decepción, Pedro se escondió y no podía tener una mente tranquila y clara. Pero Pedro no buscó a Jesús. Tuvo que ser el Señor quien nuevamente fuera al encuentro de Pedro para perdonarlo y restablecerle como pastor de las ovejas del Señor.

Señor, sé que debo seguir su ejemplo de orar y confiar en la guía del Espíritu Santo. Sé que si hago esto tengo garantizado que tendré la victoria aún me medio de las persecuciones y las tribulaciones. Sin embargo, me dejo vencer por mi orgullo y pienso que yo puedo. Perdóneme, Señor, porque en esos momentos caigo, y luego me hundo en pesimismo. Pero le doy gracias porque usted siempre viene nuevamente a buscarme. Usted no me abandona. Y extiende su mano para levantarme. Quiero vivir, Señor, viéndole a usted quien está sentado en el cielo a la diestra del poder de Dios. Ayúdeme a vivir una vida exitosa bajo su gracia del perdón, y confiando en el poder del Espíritu Santo.

Una palabra: Mira al Señor quien está sentado a la diestra del poder de Dios.